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Jadue, en el triunfo y el desastre

JOSÉ MIGUEL ALDUNATE Director de EstudiosObservatorio Judicial

Por: JOSÉ MIGUEL ALDUNATE | Publicado: Miércoles 5 de junio de 2024 a las 04:00 hrs.
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JOSÉ MIGUEL ALDUNATE

En el dintel de la entrada de los jugadores a la cancha de tenis de Wimbledon, hay dos versos del poeta británico Rudyard Kipling: “Si puedes encontrarte con el triunfo y el desastre, y tratar a esos dos impostores de la misma manera”.

Pienso en Daniel Jadue, que hace solo tres años era el favorito de las encuestas para llegar a la presidencia y hoy está en prisión preventiva. ¿Cómo enfrentó Jadue este inmenso desastre? No muy bien. La semana pasada, el Partido Comunista organizó una protesta frente a los tribunales y dirigió contra jueces y fiscales acusaciones de orquestar una persecución política en su contra.

La independencia judicial y el deber de imparcialidad son valores centrales en democracia, seriamente afectados por barras bravas en las puertas de los tribunales.

Con ello, los comunistas chilenos cosecharon una condena generalizada desde todos los rincones del espectro político, incluyendo a los voceros del Gobierno que integran. No es para menos. La independencia judicial y el deber de imparcialidad son valores centrales en el funcionamiento de una democracia, seriamente afectados por la convocatoria de barras bravas en las puertas de los tribunales. Pero esto ya se ha dicho.

Lo que el resto de los actores políticos no terminan de entender es que ellos y el Partido Comunista no están jugando el mismo juego. Una ideología que nunca ha creído en las instituciones de la democracia burguesa, como la separación de poderes, la independencia judicial y el Estado de derecho, no tiene por qué confiar en un Poder Judicial que, desde su punto de vista, representa una justicia de clase.

Por lo tanto, el triunfo y el desastre no significan para los comunistas lo mismo que significan para los demás partidos. En los últimos años, ninguno de los partidos cuyos miembros hayan sido procesados por la justicia ha presionado de este modo la actuación de los jueces. Todos tomaron distancia y anunciaron que esperarían el resultado judicial. Todos confiaron en la neutralidad de la justicia, porque entienden que, en una democracia, solo valen los triunfos que se alcanzan cumpliendo las reglas. Todos, menos el Partido Comunista.

Para nuestros comunistas, da lo mismo haber criticado durante años la impunidad de los delitos de cuello y corbata, ironizando sobre las clases de ética ante cada escándalo que involucrara muchos ceros. Bastó que uno de sus principales líderes fuera procesado por actos de corrupción por varios millones de pesos, para que dicha crítica se fuera por la borda. ¿Hipocresía? Seguro, pero también otra cosa: la convicción profunda de que lo único importante es avanzar “hasta la victoria, siempre”.

Justamente, como los comunistas enfrentan el desastre con pifiaderas y griterío, los demás no queremos ni imaginar cómo se comportarían enfrentándose al triunfo. El irrespeto por las reglas del juego, la carencia casi patológica de todo sentido de ecuanimidad y la desvergüenza cuando han cometido una falta, lleva al resto de los jugadores a desconfiar de los comunistas cuando entran en la cancha del juego democrático.

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