Inflación: la lucha continua
Rodrigo Montero Decano Facultad de Administración y Negocios, Universidad Autónoma de Chile
- T+
- T-
Rodrigo Montero
El dato de inflación para el mes de junio ha generado expectativas de una reducción significativa en la TPM. Si a eso le sumamos las declaraciones de una consejera que señaló que el piso de la reducción en la TPM debiera ser de 50pb e “incluso es posible que algo más”, claro, hay material para ilusionarse. Sin embargo, a renglón seguido, otro consejero matizó esos dichos señalando que no representaban la visión del consejo. Bueno, bienvenidas las discrepancias, aunque lo óptimo es que el debate se dé siempre al interior de esta respetada institución.
Con todo, hay elementos que debemos relevar para poner paños fríos a las expectativas respecto de lo que sucederá en la próxima reunión de política monetaria.
“Lo que Chile necesita para reactivar su alicaído desempeño tendencial no pasa por caídas abruptas en la TPM. Eso no sólo sería inocuo, sino que pondría en peligro los trabajados logros conseguidos hasta ahora en materia inflacionaria”.
El primero guarda relación con el mandato del Banco Central; su objetivo es velar por la estabilidad de precios, más allá de lo deteriorada que parezca la actividad económica (en términos coyunturales y estructurales). Por lo tanto, al momento de determinar la magnitud de la baja en la TPM el ente rector mirará los indicadores de inflación. Eso nos lleva al segundo elemento: las medidas de inflación.
Si bien la medida general de IPC se encuentra en 7,6% (empezamos el año con 12,3%), las medidas subyacentes han experimentado caídas más moderadas. Por ejemplo, la inflación sin volátiles se ubica hoy en 9,1% solo 1,5 puntos porcentuales inferior a lo que estaba en enero. En el mismo período, la inflación sin alimentos y energía se ha reducido en 1,7 pp. Es decir, las presiones inflacionarias han retrocedido, pero aún están ahí, y un shock podría reactivarlas.
Así las cosas, una rebaja muy pronunciada en la TPM podría dejar expuesto al Banco Central frente a un cambio en las condiciones (principalmente externas), y, por ende, obligarle a reconocer un paso en falso, tal vez retrocediendo en su andar al poco tiempo. Parece más razonable iniciar un proceso de normalización monetaria con una reducción de la TPM de 25/50 pb; luego, en la medida que las presiones inflacionarias continúen cediendo se podría tal vez apurar el tranco.
Puede que las ansias de reducir la tasa de manera más agresiva pasen por una preocupación por el crecimiento. Al respecto, señalar dos puntos. Primero, la política monetaria actúa con rezago sobre la actividad económica, por lo tanto, lo que pase en julio afectará a la economía un par de trimestres más adelante. Las proyecciones de crecimiento apuntan a una leve caída para este año, y es muy difícil zafar de eso, más allá de lo que haga el ente rector.
En segundo lugar, recordar que la principal contribución que puede hacer un banco central al crecimiento de un país es mantener la inflación baja y estable, lo que a su vez permitirá mantener tasas de interés bajas y estables. Lo que Chile necesita para reactivar su alicaído desempeño tendencial no pasa por caídas abruptas en la TPM, lo que no solo sería inocuo, sino que, peor aún, pondría en peligro los trabajados logros conseguidos hasta ahora en materia inflacionaria.