El dinero y las finanzas vistos desde el Vaticano
Ignacio Arteaga E. Presidente Usec
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Ignacio Arteaga
El dinero es, en sí mismo, un instrumento bueno. Las múltiples herramientas financieras que permiten a las empresas acceder con mayor facilidad al dinero para financiar sus operaciones son, en sí mismas, positivas. En principio, todos los medios que utiliza el mercado financiero para aumentar su capacidad de asignación son moralmente admisibles en la medida que se respete la dignidad de la persona y se contribuya al bien común. Los servicios financieros son como el sistema linfático, ya que permiten llevar la savia necesaria –el capital– a la economía real, generando una “circulación virtuosa de la riqueza”; de ahí emana su legitimidad y razón de ser. En la prestación de los servicios financieros no se pueden separar el servicio prestado, el beneficio obtenido y el comportamiento ético de los actores.
Estas afirmaciones no son mías, sino que parte de un documento reciente del Vaticano titulado “Consideraciones para un Discernimiento Ético sobre Algunos Aspectos del Actual Sistema Económico y Financiero”, que da claves para el éxito verdadero en el mundo de las finanzas.
A primera vista, llama la atención que la Iglesia se refiera a este tipo de temas; es algo muy novedoso y, sin embargo, en Chile el documento no ha sido conocido ni discutido por el mundo financiero. Por eso en USEC ya nos hemos reunido para analizarlo con un grupo de gerentes de bancos comerciales y de inversión, fondos de pensiones, fondos de inversión privados y compañía de seguros. Sus 15 páginas no han dejado indiferente a nadie; la discusión ha sido muy franca, con críticas y elogios por igual.
El documento nos advierte sobre la despersonalización que fácilmente se da en la prestación de los servicios financieros y el riesgo que eso implica, ya que siempre es más fácil incurrir en un comportamiento contrario a la ética frente a un computador, que mirando a la cara a la persona afectada por nuestras decisiones. También es muy crítico con los abusos de posición dominante y la especulación. Si bien a ésta no la define, la podemos considerar, siguiendo el sentido del documento, como la intención positiva de perjudicar a otro con tal de obtener un beneficio económico individual. El texto dedica varios párrafos al problema de la asimetría de la información que puede existir entre oferentes de servicios financieros y clientes, e incluso propone herramientas para evitar éste y otros problemas de la industria: certificación de los productos financieros por parte de las autoridades, creación de comités de ética al interior de las empresas oferentes de estos servicios, etc.
Ahora que la Comisión para el Mercado Financiero discute una reforma al sistema financiero, y que se debate entre una mayor regulación estatal y la auto regulación de la industria, este documento puede ser un gran aporte para iluminar la conciencia de los actores del mercado financiero y también en la estructuración de los principios éticos que le dan sustento.
En el documento hay diagnósticos y soluciones que se mueven en el ámbito de lo opinable, y que pueden no gustar a más de alguno, lo que es muy sano y bueno. Por eso desde USEC hacemos un llamado a los actores de la industria financiera a leer este documento, a reflexionarlo y discutirlo, ya que su mensaje y su discusión nos ayudarán no sólo a formar nuestra conciencia en estas materias, sino también a que nuestra industria financiera llegue a ser un pilar en el desarrollo del país.