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Columnistas

Hacia una mayor inclusión financiera

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 1 de agosto de 2013 a las 05:00 hrs.

Chile es el país que presenta las mayores tasas de acceso a servicios bancarios de la región, como son los cajeros automáticos (ATMs), las sucursales bancarias y el número de empleados de la industria, lo que da cuenta del interés de la banca por llevar adelante un proceso de inclusión financiera serio y permanente.

Estos esfuerzos por acercar la banca a las personas se miden a través de indicadores como el número de ATMs, sucursales y colaboradores en la industria por cada 100 mil habitantes, así como en los esfuerzos realizados para el desarrollo de nuevos canales de servicios, como las corresponsalías bancarias o la banca móvil.

La posibilidad de contar con oficinas de atención de clientes y con personal especializado para atender sus necesidades, permite que las personas puedan conocer e informarse directamente sobre los diferentes productos bancarios, y tener acceso al crédito de manera abierta y formal, evitándose los sistemas informales de crédito y todos los costos sociales asociados a éstos.

El rol primordial que cumplen las oficinas en el proceso de bancarización explica por qué, pese al importante desarrollo y uso de nuevas tecnologías en el sector, las sucursales han continuado creciendo, como lo muestra el incremento de 21% en el número de oficinas instaladas a lo largo del país entre 2008 y 2013, las que en abril último sumaron un total de 2.359.

Este avance en el número de sucursales se alinea con lo que sucede a nivel global, donde según cifras del Fondo Monetario Internacional entre 2004 y 2011 (último año con información disponible comparable) el promedio mundial de sucursales bancarias por cada 100 mil adultos creció un 46%, pasando de 9,3 a 13,5. Esta expansión estuvo liderada por las naciones en desarrollo, donde el alza fue de 52%, alcanzando un promedio de 8,7 sucursales por cada 100 mil adultos en 2011, año en el que Chile contaba con 17,5 sucursales por 100.000 adultos.

Pero lejos de caer en la autocomplacencia, los bancos están conscientes de que aún quedan desafíos por cumplir para lograr una mayor inclusión financiera, especialmente entre los sectores de bajos ingresos y las micro y pequeñas empresas.

El logro de este objetivo debe ir acompañado de dos elementos fundamentales: prudencia -característica esencial de una industria bancaria consolidada como la chilena- y entorno regulatorio.

La prudencia es el camino para mantener la confianza que el país tiene en su industria bancaria, activo que no se puede poner en duda, considerando que la profundización financiera de Chile, medida como crédito/PIB y depósitos/PIB, alcanza niveles de 75,43% y 66,45% respectivamente, superando con creces a cualquier otra nación de Latinoamérica.

Sin embargo, existen medidas regulatorias que contrarias a la bancarización, favorecen una conducta de no pago, perjudicando la gestión adecuada del riesgo propia de una banca prudente, como sucede con la Tasa Máxima Convencional o la Ley no más Dicom, que generan una distorsión en el mercado, ocasionan sobre costos y atentan contra la inclusión financiera.

Dicho lo anterior, también existen cambios regulatorios que permiten identificar a los buenos pagadores y entregarles mejores condiciones de crédito, como sucede con el proyecto de deuda consolidada, que permanece en trámite en el Congreso. Este tipo de iniciativas son relevantes ya que promueven y favorecen la estabilidad financiera del país.

El desafío es claro: mejorar la calidad de vida de las personas a través de la inclusión a los servicios financieros; ese es el compromiso de la banca, aunque lograrlo es una tarea de todos.

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