Visita Pastoral: Un Llamado a la Unidad
Guillermo Tagle
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Guillermo Tagle
La huella de la visita de Francisco nos vuelve a representar la importancia de trabajar por la unidad de Chile. Tuvimos por un par de días al líder de la Iglesia Católica que, si bien en lo formal correspondía a la visita de un Jefe de Estado, en la práctica quien nos visitó era un Pastor, un guía espiritual cercano, con una vocación más fuerte por escuchar y acoger, que por dictar cátedra y hacer elucubraciones intelectuales sobre los desafíos de los tiempos.
Para quienes tuvimos la oportunidad de verlo, sentimos la potencia de su mensaje de unidad, de prudencia, de trabajar por la Paz social con generosidad y apertura de mente.
Sin duda y por motivos que no alcanzan a ser analizados en esta columna, la Iglesia tiene detractores fuertes muy bien acogidos por los medios para los que es más fácil quedarse en lo superficial que gana titulares, y en opiniones que buscan desvirtuar el impacto y la potencia del mensaje que nos trajo S.S. Francisco.
Fuerte y dolorosa también es la acción de grupos anárquicos radicales, que dañan a las comunidades rurales en la Araucanía y Región de los Ríos, incendiando templos.
Como es natural, la virtud del mensaje del Papa es que deja a todos un poco incómodos. Nos dice las verdades tal cual las ve y las conoce, consciente en muchos casos de que lo que dice no es lo que cada uno quería escuchar para fortalecer su respectiva causa. En la Araucanía nos llama a acoger las necesidades de un pueblo que sufre. Pero al mismo tiempo descarta y rechaza a quienes creen que con violencia van a conquistar sus derechos. Condena enérgicamente y pide disculpas públicas por todos los casos de abusos que se han producido e involucrado a sacerdotes y religiosos. Pero al mismo tiempo, considera calumnia la campaña masiva en contra de un Obispo que se declara inocente de todo lo que le acusan. En la cárcel de mujeres, nos deja el desafío de resolver los problemas asociados a la maternidad de quienes están privadas de libertad y al mismo tiempo, alienta a las afectadas a mantener la libertad de su dignidad, que es algo que nunca se pierde. A los jóvenes les deja una tarea que suena sencilla, pero que no resulta fácil de implementar. Frente a cada acción, frente a cada decisión, les pide preguntarse ¿qué haría Cristo en mi lugar? Todos responden masivamente que así lo harán, pero sabemos qué difícil es llevar esa tarea a la práctica de cada día. A los Pastores y religiosos básicamente los llama a ser humildes y a actuar siempre al servicio de los demás, algo que por definición es obvio, pero también complejo de asumir en la cotidianeidad de la vida.
La visita del Papa ocurrió en un momento en que Chile vive una expectativa especial de que volvamos a recuperar la senda de trabajo en unidad en pro del bien común. Estamos por inaugurar un cambio de gobierno, con un Presidente elegido con amplia y sólida mayoría. El nuevo Gobierno enfrentará una oposición fragmentada en busca de definiciones y puntos de encuentro entre sus propios miembros. La coalición gobernante tendrá la oportunidad de conseguir adeptos para sus proyectos más relevantes, entre líderes y dirigentes que en otros tiempos, habrían estado permanente y activamente en la vereda opuesta.
El espíritu conciliador y de esperanza que nos trajo el Papa, la demanda imperativa y universal por buscar el progreso de la mano de un respeto y preocupación prioritaria por los más pobres, es hoy un imperativo ético y social que no tiene etiquetas ideológicas. El diseño de buenas políticas públicas, bien inspiradas y bien estructuradas, será la tarea que el nuevo Gobierno asumirá. Chile tiene hoy una oportunidad de avanzar en unidad hacia un nuevo umbral de desarrollo, con crecimiento económico socialmente sustentable, en la línea del mensaje que nos dejó Francisco. Sólo nos falta lograr salir de la discusión chata y mediocre, que suelen imponer las pautas de los medios, para que podamos permitir aflorar y surgir, al espíritu de unidad y potencial progreso que vivimos en la pasada elección presidencial y que de alguna forma también, estuvo presente en el tenor de los mensajes que el Papa vino a sembrar entre nosotros.