¿Solidario o constructivo?
Director ICARE
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Guillermo Tagle
La discusión ideológica respecto del tipo de sociedad que queremos construir, ha venido creciendo cada vez con más intensidad y también, algo de virulencia. En este proceso, se ha ido ampliando la estigmatización de todas aquellas actividades que se realizan con el fin de obtener un beneficio pecuniario como fruto del trabajo y del esfuerzo bien realizado. La consigna destructiva ha sido promover la idea que realizar trabajos con el objeto de obtener un beneficio económico, una ganancia, un provecho o utilidad, invoca una motivación negativa en la conducta de las personas. “Lucro”, término que según la RAE es sinónimo de los anteriores, se mal usa con un carácter peyorativo y especialmente en la jerga social de la sociedad chilena, como algo casi perverso y abominable. Ha sido genial de exitosa y creativa la persistencia con que se ha acuñado el concepto de “Fin al Lucro”, para establecerlo como un objetivo supremo de algo que hay que exterminar.
El tema partió con la discusión abierta de si en el ejercicio de prestación de servicios de educación cabía o no, que los prestadores de dicho servicio pudiesen tener como uno de sus fines, percibir beneficios económicos. A pesar de que en Chile habíamos diseñado por décadas un sistema de educación que se basaba en sostenedores privados, emprendedores y empresarios en todas las categorías, se aprobó una Reforma que erradicó el lucro de esta actividad, generando la obligación a lo largo de todo Chile, de cambiar su estructura y enfrentar la mayor reorganización que un sector haya tenido que realizar en las últimas décadas. Todavía no vemos los frutos de esta mega reorganización, pero es claro que, con un cambio de paradigma de esta envergadura, pasarán años antes de que la actividad educativa en Chile pueda poner su foco en calidad, cobertura y excelencia.
En la onda expansiva de esta discusión, el tema ha llegado a las pensiones. Otra necesidad social en que, con recursos del Estado es necesario proveer soluciones que brinden calidad de vida a los ancianos, que llegan al final de su vida sin haber podido procurarse de recursos suficientes para auto sustentarse. La discusión respecto de cómo resolver el financiamiento de esta necesidad social, había sido postergada y se nos ha venido encima con mucha fuerza, en momentos en que el tema se ha puesto complicado simultáneamente en todas partes del planeta (ver edición The Economist, Sept 24th). En el mundo desarrollado, estados, compañías y sistemas de pensiones con deudas trillonarias, no saben cómo resolver y afrontar el problema. En Chile, con un sistema de ahorro para la vejez que prometía tener resuelto el tema, también vemos con preocupación que sin cambios, las expectativas no serán resueltas. Lamentablemente, la búsqueda de soluciones a los problemas que tiene Chile en esta materia (que gracias a que parte de un Estado con poca deuda por esta materia y trabajadores activos con ahorros previsionales superiores a los US$170 billones), se nos ha cruzado con esta compleja discusión ideológica respecto de la “perversidad del lucro”. Se le plantea a la ciudadanía el dilema de que si quiere vivir en una sociedad solidaria o individualista, lo cual es una forma “mañosa” y equivocada de ver el tema. A cualquier ser bien nacido que le pregunten si aspira a ser solidario o individualista, debiera optar por lo primero. Pero cuando al mismo individuo “solidario” le preguntan si quiere que las contribuciones adicionales que se deban deducir de su propio salario bruto, se deben destinar a financiar su propia pensión futura o la pensión de los actuales o futuros pensionados más pobres, entonces la respuesta cambia. La misma persona, tiene derecho y quiere también construir y ser dueño de su propio destino. Eso no es ser individualista, tampoco es No ser solidario. Es tener claro que, si hemos recibido talentos, la primera responsabilidad es ponerlos a trabajar para ser libres y poder auto sostenernos. Aspirar a que los aportes adicionales que haya que hacer para proveer buenas pensiones en el futuro vayan al ahorro individual de cada uno, no es ser individualista ni egoista, es ser responsable y constructivo (especialmente si se trata de trabajadores de clase media). Que el estado financie la pensión de los más pobres con impuestos, es lo que corresponde, no es solidaridad impuesta, es ser constructivo y consistente con los deberes sociales y morales de una sociedad que progresa. El desafío es diseñar un mecanismo de ajustes graduales, que mantenga un equilibrio sano entre equidad e incentivos para que haya crecimiento económico, para que generemos cada día más, que permita a todos con equidad vivir mejor y acorde a nuestra capacidad colectiva.