Reforma Universitaria: ¿seguirá el mismo rumbo que la Escolar?
Considerando que uno de los principales problemas que se requiere resolver...
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Guillermo Tagle
Considerando que uno de los principales problemas que se requiere resolver con la Reforma Educacional, es el de la calidad de la educación, sorpresa ha causado la propuesta de reforma que –como primeras medidas- busca terminar con el copago, eliminar la selección y proponer comprar los colegios cuyos sostenedores no quieran convertirse en fundaciones sin fines de lucro. Que la propuesta es estructural y de fondo, no cabe duda. Que resuelve en alguna medida el problema de calidad, incierto. Que puede reducir problemas de desigualdad y segregación de estudiantes según capacidad o condición socio económica, efectivo. Que la consecuencia puede ser una significativa nivelación hacia abajo, muy probable.
Sin ser experto en la materia, sólo aplicando sentido común, es posible predecir una gran dificultad logística en la implementación de estos cambios. Cubrir el déficit operacional que ocurrirá en los colegios que deban suspender el cobro de copago, con fondos públicos y/o reducciones de costos; cambiar los contratos laborales de profesores que deberán pasar (imagino) a ser empleados públicos; transmitir tranquilidad a los apoderados de que la calidad y nivel en los colegios que cada uno había elegido para sus hijos será igual o mejor que antes, son parte de los problemas que habrá que gestionar. A todo lo anterior habrá que sumar el proceso de negociación para llegar a acuerdos de condiciones, en cuanto a monto y forma de pago, con todos quienes optarán por vender sus colegios al Estado. De paso, será fundamental resguardar el interés fiscal, evitando “filtraciones” de recursos que terminen pagando por colegios sin valor real, o “comisiones” a intermediarios que buscarán involucrarse en estos procesos de venta de colegios. Todos son factores que producirán incertidumbre social e inestabilidad política.
Con todo esto, que sin duda es un cambio de enorme envergadura e insospechadas consecuencias, aun no se inician ni conocen los cambios que se propondrán para la Educación Superior. Sí sabemos que el Programa ofreció (prometió) educación superior gratuita para todos. En el primer momento sólo se hacía referencia a universidades, pero más adelante se ha incorporado a los CFT e IP que, por atender a estudiantes con mayores dificultades económicas y menores perspectivas de renta, tendrían incluso mayor necesidad de gratuidad que las universidades. Si proyectamos que para la Educación Superior se sigue la misma lógica que hemos visto en el proyecto de Reforma para la Educación Escolar, entonces se tendría que proponer a los gestores de CFT e IP (que pueden tener legalmente fines de lucro) que elijan convertirse en fundaciones o en vender los establecimientos al Estado. Para las universidades (que no pueden tener fines de lucro), habrá que fiscalizar que no haya estructuras ni mecanismos indirectos que permitan utilidades a sus gestores. Resueltos estos “detalles”, habría que financiar con recursos del Estado los fondos que hoy requieren estas entidades para operar y poder funcionar gratuitamente para todos sus estudiantes. Si a lo anterior se suma el mecanismo de no selección, para asegurar igualdad de acceso a todos, sin diferencias de ambiente provocadas por el origen de los estudiantes, podemos anticipar otra dificultad logística mayor, tanto en lo operativo como en lo financiero, político y social. Una alternativa no menos compleja a lo anterior podría ser la creación de grandes entidades estatales (como ya se han anunciado algunas), que puedan proveer y resolver gratuitamente toda la necesidad de vacantes que hoy provee el sector privado (especialmente el que genera utilidades con su actividad).
Este camino puede resolver más directamente el tema del mecanismo bajo el cual el Estado empiece a proveer educación superior gratuita y no discriminatoria, pero generaría de paso una gran expropiación de valor todos los actores (locales y extranjeros) que confiaron en la estabilidad del sistema vigente y realizaron masivas inversiones en infraestructura para participar en esta actividad.
Frente a este complejo panorama, al menos por hoy, es mejor concentrarse en el partido de Chile por la Copa Mundial y confiar en que la unidad social que provoca esta competencia deportiva nos permita enfrentar estos desafíos con mayor unidad, generosidad y altura de miras, una vez concluido Brasil 2014.