Las IFRS al banquillo
Chile ha estado viviendo, desde hace ya un par de años, las dificultades y turbulencias propias de cambiar para internacionalizar...
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Guillermo Tagle
Chile ha estado viviendo, desde hace ya un par de años, las dificultades y turbulencias propias de cambiar para internacionalizar, las normas y principios contables con que se construyen los Estados Financieros.
Para quienes hemos realizado docencia durante 30 años en materias de contabilidad, hay principios que nos resulta imposible descartar. Entre ellos, destacan el principio de objetividad (que los valores expresados en los Estados Financieros sean “objetivamente” verificables) y el principio conservador (según el cual las pérdidas hay que reconocerlas tan pronto exista alguna probabilidad razonable de que ocurran, mientras que las utilidades se reconocen sólo cuando han sido realizadas). En este contexto, es también un principio fundamental, el del “costo histórico” (donde la aproximación más “objetiva” al valor de un activo está en el precio pagado al momento de adquirirlo). Por último, fruto también de la realidad que vivimos en Chile en períodos de alta inflación, fuimos uno de los países pioneros y más avanzados del mundo, al crear y establecer la Corrección Monetaria (creación de los entonces profesores de la UC Hugo Ovando y Mario Barbé), que permite mantener actualizado por inflación, el valor de activos y un pasivos.
La llegada de las normas IFRS (International Financial Reporting Standards) trajo a Chile una sensación de progreso y globalización. Sedujo a todos los actores incumbentes en el mundo de los reportes financieros y de la contabilidad (reguladores, auditores, contadores, abogados y muchos más). Chile entraba a la OCDE, estábamos escalando en la liga de las naciones, ¿cómo podríamos, en ese ambiente, no apoyar o empujar a favor de este cambio? Las empresas de Chile, podrían comunicarse financieramente con los mercados del mundo desarrollado, en un mismo idioma y sin la necesidad de convertir los EEFF locales a formato de EEUU. o la UE, todo parecía avance y modernidad. Sólo nuestro querido y pocas veces bien ponderado Servicio de Impuestos Internos tuvo la sabiduría y prudencia, para darse cuenta que, al menos para lo que se refiere al cálculo de renta e impuestos a pagar, no le vinieran con “cuentos” del “justo valor”. Para determinar cuánto pagar, simplemente seguiría aplicando las mismas reglas, con costo histórico, corrección monetaria y todo lo demás.
Todo parecía estar funcionando bien, hasta que hace algunas semanas el profesor de la Universidad Católica Julio Gálvez, fue el primero en destacar en su columna de un medio especializado (EyN El Mercurio), que era poco clara la conveniencia y las consecuencias que las normas IFRS podían generar, en la calidad de la información financiero contable de las empresas chilenas y, por lo tanto, del buen y justo funcionamiento del mercado de capitales. Si seguimos la paradoja de aquél cuento que habla de un rey, que fue convencido de vestir el más fino de los trajes, cuya tela sólo podían ver los “nobles y honestos”, aquella columna fue la primera en atreverse a decir públicamente “parece que el rey está desnudo”.
Luego de esa publicación, el tema ha sido materia de conversación y análisis en los directorios de muchas empresas. Si a esto agregamos las acciones históricas que ha debido emprender recientemente la SVS, exigiendo rectificación de EEFF de empresas que habían generado importantes utilidades distribuibles, apreciando (para llevar al “justo valor”) sus activos fijos o posiciones en acciones que cotizan en bolsa (que ya no se valorizan al menor valor entre costo y mercado o valor patrimonial proporcional según sea el caso), parece que estamos frente a un problema mayor.
Efectivamente hoy no necesitamos convertir los EEFF para realizar una emisión internacional de acciones o bonos, pero a cambio, parece que hemos retrocedido pasos importantes en materias de objetividad, transparencia y calidad de información. Chile tenía en la claridad de sus normas y principios contables, una ventaja importante respecto de muchos países del mundo, incluyendo muchos desarrollados. Al adoptar las normas IFRS, da la impresión que para ganar en globalidad, tuvimos que nivelar para abajo. Válida la prudencia del SII al no subirse a este carro. Dura la tarea que tiene por delante el regulador, para supervisar y corregir posibles abusos provocados por la mayor subjetividad y permisividad de las nuevas reglas. ¿Es posible volver atrás?, difícil cosa pero no imposible. Mantener la ambigüedad y desconfianza que han traídos estos aires de modernidad sobre los EEFF, también es difícil y, por lo tanto, estamos frente a un dilema complejo, pero de urgente solución.