Impuestos, reforma y competitividad
La política tributaria es uno de los factores más relevantes para el desarrollo y progreso de los pueblos...
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Guillermo Tagle
La política tributaria es uno de los factores más relevantes para el desarrollo y progreso de los pueblos. Los impuestos son fundamentales para que el Estado pueda cumplir el rol que le compete, para que las organizaciones y la sociedad puedan avanzar en orden y con equidad. Por otra parte, para el mundo privado, para todos los que son pagadores de impuestos, es fundamental que la política establezca tributos “justos” y un sistema de cálculo equilibrado, que estimule el crecimiento y no provoque distorsiones e ineficiencias. Fundamental es también que el Estado sea eficiente en el uso de los recursos, pida y cobre lo que necesita, acorde con la calidad, eficiencia y equidad de lo que entrega.
Lamentablemente, la naturaleza humana es frágil, lo que hace al hombre poco objetivo cuando se trata de resolver quién paga la cuenta. Los factores políticos tienen una incidencia muy relevante, ya que normalmente son muchos menos los que pagan que los “exentos” por lo cual, es barato y tentador prometer cobrar más a los que tienen más, para dar más a los que tienen menos. Ojalá esto se pudiese hacer hasta el infinito, pero ya está suficientemente desgastada la teoría de un Estado benefactor que puede resolver todas las necesidades básicas, sin costo para los usuarios. Basta ver dónde han quedado los Estados de Europa que hicieron uso y abuso de la política tributaria (y también del endeudamiento fiscal), sin medir las consecuencias que ello podría traer a la productividad y competitividad de su economía.
Es obvio que la legislación tributaria puede mejorar. Pero debe ser condición para el inicio de la discusión de una reforma, que así como algunos impuestos tendrán que subir, habrá otros que tendrán que bajar (o incluso ser eliminados), haciendo que el resultado total sea el justo y represente un avance para Chile.
Un ejemplo concreto en esta discusión es lo que ocurrió en Chile cuando se decidió reducir aranceles (impuestos a las importaciones), para llegar a su nivel actual de prácticamente cero. El Estado de Chile financiaba montos relevantes de su gasto con impuestos a las importaciones, pero el resultado era que los consumidores terminaban pagando más caro por artículos de menor calidad. Tomar la decisión de dejar de recaudar por las importaciones, firmar tratados de libre comercio, fueron pasos fundamentales para alcanzar el nivel de ingreso per cápita de nuestro país.
Para seguir avanzando, la Política Tributaria puede hacer nuevas contribuciones. Por ejemplo, la brecha actualmente existente entre el impuesto a las empresas (17%) con el impuesto a las personas (que pagan una tasa de 40% por rentas en torno a los $ 5 mn bruto/mes), provoca ineficiencias y distorsiones. Subir el impuesto a las empresas y bajar el impuesto a las personas es una combinación que se debe explorar. Pero si sólo discutimos del “alza” y se nos olvida la “baja”, entonces quedamos en el peor de los mundos. Si vamos a tener reforma, podemos aprovechar para corregir distorsiones relevantes. Por ejemplo, que los fondos de pensión (por lo tanto todos los trabajadores de Chile), no puedan recuperar el impuesto de primera categoría que pagan las empresas de las cuales son accionistas, es una gran injusticia. Porque cuando el trabajador tenga que pagar impuestos por su pensión, por esos fondos habrá pagado dos veces. Eliminar “impuestos muertos”, que al estar en la ley inhiben completamente una actividad (no recaudan porque no dejan hacer algo), es también una buena oportunidad para esta reforma. Es ilógico que Chile no pueda exportar servicios financieros, porque el extranjero que los contrate quedará afecto y gravado, por todas las rentas que su proveedor chileno le genere. Este es un buen ejemplo de “impuesto muerto”. Resulta inimaginable que un centro financiero mundial como Londres o Nueva York pudiese sobrevivir, si gravara con impuestos las rentas de no residentes, obtenidas en la gestión de sus inversiones en entidades inglesas o americanas.
Si vamos a tener reforma, que se haga pero que resulte bien. Que podamos dejar de lado por un momento, los cálculos políticos de apoyar una u otra postura y lo que hagamos, sea siempre pensando en el bien de nuestra querida Patria.