De Reagan a Trump
Ex embajador en Nueva Zelanda y China, profesor de la UNAB
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Fernando Reyes Matta
Los asesores de comunicación de Donald Trump han alimentado por estos días a los medios norteamericanos con un análisis histórico singular al advertir la baja de su candidato en las encuestas: Ronald Reagan en la campaña de 1980, estaba ocho puntos por debajo del presidente Jimmy Carter pero logró imponerse por su carisma y la contundencia de sus argumentos. La pregunta ineludible es ésta: ¿es comparable Trump con la figura de Reagan, el gran impulsor del neoconservadurismo de los ochenta?
La magia de las tecnologías digitales ha montado un video donde Trump aparece en medio de Reagan y George Bush padre, durante las primarias republicanas de entonces. Ambos candidatos a la nominación hablan sobre inmigración, en un debate donde expresan sus preocupaciones sobre la población ilegal, pero a la vez señalan las aristas humanitarias que el tema presenta. En medio de ambos, y rechazando sus argumentos virulentamente, aparece Trump diciendo que es necesario construir “un sólido y hermoso muro”. La gracia la hizo la revista Esquire y si alguien quiere verlo está en http://www.esquire.com/news-politics/videos/a49934/trump-reagan-bush-debate/.
No se trata sólo de una curiosidad ingeniosa, es un retrato de aquellas posiciones más sensatas que – no obstante los tiempos de Guerra Fría – los republicanos tenían para ver la realidad de esa migración que llegaba del sur. Es un problema complejo, pero “no podemos negarle la escuela a esos niños aunque sean hijos de ilegales”, decía Bush. Reagan era aún más concreto: “En lugar de qué hacer con ellos, de hablar de la colocación de una cerca, ¿por qué no llegar a algún reconocimiento de nuestros problemas mutuos, que sea posible para ellos venir aquí legalmente con un permiso de trabajo, y luego, mientras trabajan y ganan aquí, pagan sus impuestos y cuando quieren volver que puedan hacerlo y cruzar de regreso. Abrir la frontera en ambos sentidos, mediante la comprensión de sus problemas. Esta es la única válvula de seguridad que ellos tienen ahora mismo, con un desempleo que cada tanto hace saltar la tapa… Creo que podríamos tener una buena relación”.
En medio de ambos políticos las frases y gestos de Trump resultan chabacanos y vulgares. El problema es que Reagan ya no está y George Bush anda por los 92 años, mientras Trump está ahí disputando y conmocionando esta elección de 2016. Y, además, diciendo que reconocerá el resultado de las urnas “sólo si gano y todo es claro”. Un gesto simbólico ha sido el rechazo de Michael Reagan, hijo del ex mandatario, a Trump señalando que jamás su padre habría estado con él porque es “una basura”. El rechazo del hijo de Reagan a Trump tiene un significado mayor para el Partido Republicano, que considera al ex presidente (1981-1989) como el autor de la “revolución conservadora” que devolvió la Casa Blanca a los republicanos y acuñó la identidad del partido sobre el libre mercado.
Todo esto expresa mucho más, señala Jesús Velasco, profesor mexicano que hace clases en la Universidad de Texas. Lo dice en un interesante libro presentado recién en México y que en una semana más aterrizará con su autor en la Feria del libro de Santiago: ”La derecha radical en el Partido Republicano: de Reagan a Trump”. Según Velasco, ”el neoconservadurismo, considerado en la época de George W. Bush como una tendencia untraconservadora, aparece hoy como una expresión moderada ante el surgimiento de las expresiones fanáticas, burdas y extremistas de Trump. ¿Cuál será el efecto de todo esto? Aunque Trump pierda, los republicanos vivirán una crisis mayor, un cisma tal vez el más grave de su historia política. Pero también la masa de votos que logre Trump (cercana a la mitad) convocará a la sociedad norteamericana y sus líderes a una reflexión profunda: buscar entender su ser nacional frente al siglo XXI. Y, por cierto, es tarea ineludible acá en el sur, como también dice Velasco: “cerrar los ojos ante la convulsionada vida política de Estados Unidos sería un error; comprenderla es, para América Latina, una necesidad e, incluso, una obligación”.