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Columnistas

Expectativas e incertidumbres. No a la descalificación

Por: Equipo DF

Publicado: Miércoles 19 de marzo de 2014 a las 05:00 hrs.

Hace una semana asumió el nuevo gobierno y las expectativas sobre las anunciadas reformas parecen muy altas. Manejarlas correctamente no será tarea fácil. Abunda la descalificación, la negación y la reprobación de los intereses del otro.

La vida en sociedad se caracteriza por la necesidad de estar en un estado de permanente coordinación de expectativas con personas que no conocemos. Las exigencias y la complejidad del entorno, especialmente en períodos donde la incertidumbre por las reformas que intentarán cambiar ejes basales de la sociedad -educación, tributación, trabajo, etc- se instala en diversos estamentos sociales. Esta incertidumbre es la causa que lleva a que no se obtengan los acuerdos y colaboraciones que esperamos de los otros.

La confrontación de ideas, que es consustancial a la sociedad, se exacerba más que nunca en períodos de grandes transformaciones. La negación de los intereses del otro y su reprobación es la tónica hoy en día.

Para abordar esta realidad resulta relevante que los todos los sectores reconsideren su actitud descalificadora frente a los intereses y posiciones del otro, ya que esta descalificación nos lleva a graves conflictos que delatan una incapacidad de gestionar las posibilidades que son inherentes a dicha situación. Desafortunadamente, no son pocos los ejemplos que el año pasado dieron cuenta de cómo la búsqueda improvisada y apresurada por dar fin a un conflicto grave y basal -la educación por ejemplo- inhibió importantes posibilidades de generación de valor. Estas situaciones revelaron que nuestros vínculos están fuertemente determinados por la desconfianza y la negación de los intereses del otro, lo que nos lleva a estrategias de resolución de conflictos que están basadas en la imposición de nuestras preferencias y la descalificación.

Por ello, resulta pertinente revalorizar el diálogo como un espacio en el que compartimos y coordinamos intereses, buscando la generación de opciones que no solamente solucionen nuestras aspiraciones sino que presenten alternativas que generen valor para todos los involucrados, especialmente en tiempos en que se discuten complejos cambios.

Es cierto. Negociar no solo es cooperar. Muchas veces es competir con asertividad y convicción por nuestros intereses, pero siempre teniendo en perspectiva el derecho de la otra parte de pensar como quiera que sean sus convicciones. La búsqueda y validación de los intereses del otro, y no la descalificación que abunda hoy en día, está en la base de una exitosa estrategia de solución de conflictos y es la clave para comprender desde dónde podemos impulsar iniciativas que nos permitan lograr acuerdos que impulsen la cohesión social.

La aplicación de estrategias efectivas de negociación cooperativa en los distintos ámbitos que conforman nuestra sociedad, debe ser la vía preferente desde donde pensemos un proyecto de desarrollo para el país sustentable, que cumpla las legítimas expectativas de los diversos sectores.

No a la descalificación, sí a la cooperación.

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