Ahorro de los hogares: asunto desatendido
Enrique Marshall Director Magíster en Banca y Mercados Financieros PUCV, Exvicepresidente del Banco Central
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Enrique Marshall
El ahorro es una variable económica fundamental. Así lo enseñan los textos de estudio, pero principalmente la experiencia práctica. He preparado, junto con mi colega Fernando Ochoa, un informe sobre el ahorro de los hogares para las Cajas de Compensación. Quisiera compartir en estas líneas algunos de los planteamientos que se formulan en ese documento.
Primero, el ahorro de los hogares, en una primera aproximación, aparece en niveles intermedios, ni muy arriba, ni muy abajo, cuando se hace una comparación con otros países. Sin embargo, un análisis más prolijo pone en evidencia debilidades importantes. Por de pronto, su tendencia ha sido decreciente en las últimas dos décadas. Por otro lado, si se sustraen las cotizaciones previsionales obligatorias, el componente voluntario se reduce sustancialmente, lo que da cuenta de una propensión más bien baja a “guardar para mañana”.
Segundo, el ahorro de los hogares se ha elevado durante la crisis. Una parte de ello es ahorro “precautorio”, gatillado por la incertidumbre, y otra parte es “forzado”, por los confinamientos y cuarentenas. Pero estos efectos son esencialmente transitorios, lo más probable es que tiendan a desaparecer, sobre todo en un contexto de bajo crecimiento de la actividad y el empleo, que es el visualizado hacia adelante.
Tercero, los hogares han observado un significativo desahorro por los retiros de los fondos de pensiones en el curso del último año. Como resultado, el balance de sus activos y pasivos financieros se ha debilitado. Lo que se anticipa, entonces, es que los hogares salgan de esta crisis con posiciones financieras desmejoradas. Y como sabemos, el único camino para restablecer esas posiciones es el ahorro.
Cuarto, al bajar a los microdatos emerge una realidad bastante cruda: muchos hogares ahorran muy poco. La evidencia en ese sentido es contundente. Valga mencionar, como ejemplo, que más de la mitad declara no practicar ninguna forma de ahorro, muy por debajo de lo observado en economías avanzadas. Ello tiene implicancias sobre el nivel de ahorro que el país puede generar, pero tanto o más importante, da cuenta de una aproximación a los asuntos financieros poco auspiciosa.
Con todo, la responsabilidad no es sólo de los hogares. La oferta de servicios de ahorro masivo no es amplia ni atractiva, los proveedores comprometidos son reducidos y se advierte poca competencia. Para muchos, la única opción a la mano sigue siendo la tradicional cuenta de ahorro bancaria, la que no ha sufrido mayores innovaciones en el transcurso de las últimas décadas. A ello se agrega que las tasas de interés pagadas en esas cuentas son muy bajas y no se augura que suban en los próximos años.
Ese es el diagnóstico grueso que entrega el informe. Las recomendaciones de política serán comentadas en una próxima columna.