Desde hace ya varios años los académicos y estudiosos de las empresas han encontrado un nicho para explicar una parte importante del éxito o fracaso de estas instituciones. Esto se refiere a si el control de una empresa es ejercido por una o varias familias, que en su conjunto pueden influir sobre el destino de la primera. A esto le llamamos Empresa Familiar (EF).
La mayor parte de la literatura disponible sobre empresas está dedicada a la administración de ellas desde la gerencia general hacia abajo, bastante menos desde el directorio y mucho más abajo, desde los accionistas y como estos pueden influir en la empresa. Pero si consideramos que los accionistas controladores de una empresa son una familia, son aún menos las posibilidades de información.
Por lo anterior, en todo el mundo hay una tendencia que ya está instalada en nuestro país hace varios años, y que se basa en capacitar a las familias empresarias para que la administración de la EF, la sucesión, la preparación de la generación de recambio, la familia que no participa de la EF pero que sí es accionista, etc., sean temas conocidos y las Empresas Familiares puedan librarse de la estadística que indica que el 85% de ellas no pasa la tercera generación.
Las Empresas Familiares que se lo toman en serio, tiene cinco veces más posibilidades de sobrevivir que las que no. En el mundo las Empresas Familiares duran en promedio más tiempo, generan más empleo y de más largo plazo que las no familiares, representan el 70% del empleo e igual porcentaje del PIB.
Por lo tanto, para nuestra pregunta inicial, la respuesta es: sí, son una solución.
La mayor parte de las empresas en Chile son empresas familiares y por tanto deberían ser un gran tema para el Estado y para cualquier gobierno. Estas generan empleos, permiten la capacitación y el desarrollo del individuo y de su familia, son relevantes dentro del ámbito social y económico del país.
Hace algunas semanas explotó un gran escándalo en Chile, por un manejo no controlado e inadecuado de ciertas cuentas del balance que permitió a unos pocos enriquecerse, sin velar por los intereses de la empresa y de sus stakeholders. Esa compañía no es empresa familiar.
En la Asociación de Empresas Familiares (AEF) creemos que las EF son una solución a muchos problemas que sufren las economías en la actualidad, y que éstas deben perdurar en el tiempo.