Hace más de 20 años, dos profesores de contabilidad de la Universidad de Harvard, Robert S. Kaplan y David P. Norton, idearon la metodología del Balanced Scorecard -o cuadro de mando integral- al observar las limitaciones que tenían los indicadores financieros y operacionales para “medir” lo que realmente generaba valor, producía mejoras continuas y creaba innovaciones en las organizaciones modernas. El modelo se basa en cuatro perspectivas entrelazadas donde, a través del know-how de los trabajadores, su capital de información y su capacidad para aprender, logran generar procesos de gestión internos exitosos que permiten que los clientes valoren positivamente el producto o servicio entregado por la empresa, lo que, finalmente, se traduce en ventas que impactan positivamente las finanzas de la compañía.
Si bien el Balanced Scorecard ha sido exitoso a nivel mundial ha tenido varios problemas de implementación práctica en las empresas nacionales por su poco conocimiento de parte de los ejecutivos, la carencia de información y bases de datos confiables para medir indicadores frecuentemente (a pesar de estar en la era de la información), lo que se vuelve inmanejable por un sinnúmero de objetivos e indicadores que se pretenden monitorear.
Se confunde la aplicación de la herramienta metodológica con el valor profundo que tiene el Balanced Scorecard en la estrategia de cualquier organización: que el motor de las empresas hoy está en sus activos intangibles. Se basa en la destrezas y conocimiento de sus integrantes, en las bases de datos y sistemas de información que posean, así como en la cultura organizacional, tipo de liderazgo ejercido y en la capacidad de compartir el conocimiento entre sus trabajadores. Por supuesto que tener infraestructura, activos tangibles y dinero sirve, pero no en la importancia que tenía antes. ¿Es efectivo aplicar un Balanced Scorecard? Por supuesto. El año 2008, los profesores Aaron Crabtree y Gerald DeBusk de las Universidades de Nebraska y Tennessee, respectivamente, analizaron 154 compañías por un período de 10 años concluyendo que aumenta aproximadamente en un 30% el valor de mercado de la empresa, su razón bolsa/libro y sus activos netos totales. Eso si, estos resultados se observan solo desde el tercer año, no constatándose diferencia estadísticamente significativa en los dos primeros años de implementación.
Esto último refuerza que la utilización de un Balanced Scorecard es un cambio profundo -y que toma tiempo- en la forma de entender la generación de valor y el lineamiento que deben tener las estrategias en el mundo de hoy.