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El podio, el poder y la directora

CARMEN GLORIA LARENAS Directora general del Teatro Municipal de Santiago

Por: CARMEN GLORIA LARENAS | Publicado: Jueves 25 de agosto de 2022 a las 04:00 hrs.
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CARMEN GLORIA LARENAS

El podio de orquesta ha sido, históricamente, un espacio masculino. Tal vez porque la figura del director es para muchos, símbolo de poder. Y el poder, sabemos, no ha estado mayoritariamente en manos femeninas.

Los directores de orquesta surgieron como los conocemos (o casi) en el siglo XIX, transformando la figura existente de los maestros de capilla de las catedrales (título que ostentaron creadores como J.S. Bach, por ejemplo). Y si bien el mundo cultural ha sido naturalmente más paritario que otros, el podio ha quedado excluido de esa manera orgánica de vivir el género que han tenido las artes.

“La decisión de tener directoras de orquesta sin duda busca abrirles ese espacio a ellas, pero hablar de paridad a secas sin considerar el nivel artístico sería hacerle un favor magro a la causa”.

No han sido pocos los obstáculos que impiden llevarlo en la otra dirección: opciones de estudio limitadas para las mujeres, falta de oportunidades históricas para encabezar orquestas, agentes que pocas veces pusieron sus ojos sobre ese talento, y un público poco habituado a un frac y rímel. También fueron poco osados quienes gestionaron teatros y orquestas en el pasado, por mencionar algunas razones (muchas de las cuales se asemejan -de alguna manera- a la lenta incorporación de mujeres en los gobiernos corporativos de las empresas y organizaciones).

Sin embargo, en aquellos espacios artísticos donde la cancha aún no ha sido emparejada, hay otro peso, tan determinante o más que los anteriores: el peso de la calidad artística. Los concursos para postular a un cargo vacante en una orquesta, por ejemplo, suceden en el anonimato: tras una cortina o panel, las y los candidatos interpretan las piezas que un jurado ha determinado previamente. Ese jurado no conoce si es mujer u hombre quien está tocando el instrumento al otro lado de esa verdadera cortina de hierro. Por etapas el o la ganadora va transitando según el sonido y virtuosismo que emane de su interpretación.

En materia de dirección orquestal, el tema es diferente. No se escoge en el anonimato y probablemente sea en las primeras capas de la formación donde haya que poner el énfasis para hombres y mujeres: inspirar para activar el interés; evitar “la comisión de obstáculos” muchas veces radicada en la familia, tras comentarios como “de qué vas a vivir”, y desarrollar una escuela que acoja a los talentos con los mejores profesores posibles. Eso es sólo el comienzo. Y un sentido alto de la exigencia. Algo difícil en tiempos en que los deberes son menos atractivos que los derechos. Sólo después de todo eso podemos pensar en el podio de orquesta para unas y otros.

En esta línea se está organizando el primer Hub Directoras de Orquesta, una inédita iniciativa chilena que busca potenciar las carreras de directoras en nuestro país y Latinoamérica. Es una iniciativa promovida por Fanjul&Ward, el Teatro Municipal de Santiago y Amigos del Municipal, que será liderada por Alejandra Urrutia, la primera mujer en ostentar el rol de directora de la Orquesta de Cámara del Teatro Municipal de Santiago.

La decisión de poner a una mujer en el podio lleva sin duda, hoy, la intención de abrir ese espacio a ellas, pero hablar de paridad a secas sin considerar el nivel artístico, finalmente, es hacerle un favor magro a la causa, justa y pendiente desde hace tanto tiempo.

Mientras los hombres caminan, las mujeres debemos volar. Y esa máxima seguirá prevaleciendo por un tiempo más.

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