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Columnistas

El Papa amigo

Por: Equipo DF

Publicado: Lunes 18 de marzo de 2013 a las 05:00 hrs.

De lo notable de la elección papal ha sido la reacción de la prensa y la gente. A la prensa, solo agradecer la gran cobertura, para nada obvio. Es una buena lectura del sentir de sus auditores, televidentes y lectores. Se ha despertado una sana curiosidad por saber del sucesor de Pedro. El Papa es figura emblemática para un mundo anhelante de trascendencia y fe.



La elección de su nombre es ya una gran catequesis, una lección de la que deberemos sacar partido no solo católicos, sino todos quienes se interesen por el futuro de la humanidad. San Francisco de Asís es una figura provocadora para quienes se sienten demasiado cómodos en lo suyo; para quienes no miran a su lado y menos al Cristo pobre y desvalido que camina entre nosotros. El Papa Francisco -así, en sencillo- nos indica desde ya hacia dónde debemos mirar, cuál es el trabajo y misión de la Iglesia para nuestro tiempo.

Su lema papal así lo indica: “Miserando atque eligendo”. “Y mirando al publicano, lo vio con misericordia y lo eligió” de san Mateo. Mirar con misericordia y comprensión al hombre y mujer de hoy. Es un hombre que recorría su ciudad, la diócesis y las parroquias con una sencillez extraordinaria. Muchas veces se le vio en el bus o en el metro, lo que le permitió conocer de cerca la realidad de su gente.

San Francisco de Asís fue un gran reformador de la Iglesia pero no desde el discurso o denuncia de sus errores, que los tenía, sino desde la humildad y cercanía. Más que hablar mucho, hizo mucho. Acogió, se hizo uno con los más pobres. Provocó desde la renuncia.

El Papa Francisco invita a renovarnos en la fraternidad humana. En estos días, se sintió cuan pequeño es el mundo, cuán dependientes somos unos de otros. Lo mismo lleva a reconocernos hijos de un padre común, hermanos en el destino humano. Es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. El Santo Padre nos recuerda desde su prestancia y humildad que no hay nada que temer. Todo católico es Iglesia. Y la mejor contribución de ella al mundo es la unidad, ser constructores de paz, de justicia; mostrarle al hombre el rostro de Cristo, acercarlo a Dios y hacer posible el rostro de Dios para los hombres: dignificar a todo hombre por el simple hecho de serlo.

Vienen “buenos aires” para la Iglesia en este comienzo de milenio. El Papa Francisco tiene grandes desafíos por delante: reforma de la curia, diálogo con las otras religiones, mayor incorporación de los fieles a las labores pastorales de la Iglesia. Un regalo para la Iglesia y la humanidad. Una carta de ruta para todos los hombres de buena voluntad.

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