El mercado de la energía en Chile está basado en el concepto de competencia perfecta. Este esquivo concepto establece que si cada productor sigue su función de utilidad privada, el resultado sería óptimo para el colectivo.
Pero la práctica muestra que los problemas en el mercado comienzan con las condiciones necesarias para el establecimiento esta competencia perfecta. Estas condiciones son algo así como la “letra chica” para el funcionamiento del mercado.
La primera condición refiere a tener “producto homogéneo”, lo que es superable sin grandes sobresaltos. La segunda requiere un “número elevado de productores”, forzando que el actuar de ningún productor pueda afectar el precio. Esto hace pensar que el mercado podría no ser tan fácil de establecer.
La tercera condición refiere a “la no existencia de barreras a la entrada o salida de productores”. De hecho, la Ley Corta I busca hacerse cargo de esta condición, definiendo a los sistemas de transmisión troncal y de sub-transmisión como de acceso abierto. Sin embargo, el marco legal no establece la regulación para dicho acceso, por lo que sí se dificulta el ingreso a un productor nuevo, no se vulnera ninguna norma.
Estas dificultades se acrecientan en el Sistema del Norte Grande (SING), donde la gran mayoría de la transmisión es adicional (o privada), con reglas de acceso aún más restrictivas.
A esto se suma la obtención de la concesión eléctrica o servidumbre desde el generador hasta el sistema interconectado, que se ha identificado como la peor barrera a los proyectos renovables o no renovables.
¿Pero qué significa que se vulnere el acceso al mercado a nuevos entrantes? La consecuencia es simple, al haber precios altos, como ocurre hoy, no ocurre la reacción esperada de entrada de nuevos participantes, que aumenten la oferta y hagan bajar los precios.
En resumen, la falta de acceso a los mercados redunda en precios altos, que se proyectan en el tiempo, que a su vez redunda en un duro impacto bajo la línea de flotación de toda la actividad económica. Las consecuencias son nefastas... y todo por la letra chica de la competencia perfecta.