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Columnistas

El desafío pendiente

No concibo que hablemos de desarrollo en Chile. Participé hace pocas semanas en una discusión con diversos actores...

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 19 de abril de 2012 a las 05:00 hrs.

No concibo que hablemos de desarrollo en Chile. Participé hace pocas semanas en una discusión con diversos actores donde se planteaba el momento institucional de Un Techo para Chile y los próximos pasos que la institución debiera dar. No pude disimular mi estupefacción al sentir desde varios sectores: “basta con los campamentos, quedan pocos y la ciudadanía ya lo siente como un tema viejo y superado”.

A ellos y a todos los chilenos que piensan así debemos decirles que definitivamente NO lo hemos superado, aún no terminamos con esta injusticia, y quedará el trabajo inconcluso si la ciudadanía no genera la presión necesaria para poder esgrimir como motivo de orgullo el hecho de ser el primer país de Latinoamérica en erradicar los campamentos.

La realidad violenta del campamento, de marginalidad, de pobreza, no es injusta en función porque sean mas (o menos) de 33.000 familias las que lo sufran. Es una realidad injusta porque es el resto de la sociedad quien decide cerrarles las puertas y expulsarlos a vivir en las peores condiciones del país.

¿Qué hubiera pasado si al concluir la Segunda Guerra Mundial, Alemania continuara la matanza de judíos, homosexuales y discapacitados, pero si en lugar de hacerlo al ritmo de 600.000 por año (promedio muertes civiles anuales entre 1939-1945) disminuyeran a 5.000 al año? ¿O si la esclavitud se hubiese erradicado de Estados Unidos en 48 estados pero en dos de ellos aún siguiera presente? ¿Podríamos hablar de derechos humanos, desarrollo o libertad en esos países?
De igual forma en Chile resulta ridículo que hablemos de desarrollo o superar pobreza y que convivamos con la inocente y cómoda creencia de que el mercado y el largo plazo gubernamental solucionará las violaciones perpetradas contra estas 33.000 familias que esperan aún una respuesta.

Ojalá los chilenos tomen como bandera de orgullo no sólo a la selección de fútbol o el PIB per cápita sino también la posibilidad única que tienen de ser el primer país Latinoamericano en erradicar los campamentos. Y no por un nacionalismo emocional sin sentido, sino por ser el primero en saldar una parte de la deuda social que tenemos con las familias más postergadas de la región.

Es hora de extirpar de raíz esta injusticia, pero depende de la presión ciudadana, ¿qué opinas? ¿es prioritario?

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