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Columnistas

El Congreso frente a los nuevos desafíos

Chile tiene hoy un gran desafío: convertirse en el primer país desarrollado de América Latina...

Por: Equipo DF

Publicado: Lunes 11 de julio de 2011 a las 05:00 hrs.

Chile tiene hoy un gran desafío: convertirse en el primer país desarrollado de América Latina en el menor tiempo posible. Para eso hay que realizar una serie de reformas que son fundamentales para convertir a nuestra sociedad en una basada en oportunidades, donde las personas tengan la posibilidad de acceder a una buena calidad de vida fruto de su esfuerzo, de su talento y de la ayuda del Estado cuando sea necesaria.



En la concreción de ese gran objetivo es esencial el Parlamento, que este mes está cumpliendo 200 años. El 4 de julio de 1811 se instaló nuestro primer Congreso Nacional, integrado por 42 diputados elegidos desde Copiapó a Osorno, adscritos a tres diferentes bandos o partidos: patriotas, moderados y realistas. Con el aporte de personas como Bernardo O’Higgins, Camilo Henríquez, Juan Martínez de Rozas y Manuel de Salas, por primera vez en nuestra historia representantes elegidos discutieron y aprobaron las leyes que regirían a todos, entre las que destaca la que dispuso la libertad de vientres, paso clave para la posterior abolición de la esclavitud.

Desde entonces, la responsabilidad de cumplir con esta importantísima labor sigue perteneciendo a nuestros Diputados y Senadores.

En el pasado reciente se han articulado ahí acuerdos decisivos para el progreso de Chile, como los transformaciones políticas, económicas y sociales que moldearon la transición democrática; la reforma previsional en el gobierno pasado; o, durante la actual administración, el responsable conjunto de medidas para el financiamiento de la reconstrucción, dos importantes leyes destinadas a mejorar la educación escolar, avances en la implementación del Ingreso Etico Familiar incluidos en la ley de presupuesto, leyes que favorecen el emprendimiento, y el cambio de fecha de las elecciones, primer paso para facilitar la participación ciudadana.

Se han dado, así, grandes pasos para alcanzar el desarrollo. Pero ahora que los chilenos exigen como nunca antes soluciones efectivas a las autoridades públicas, esperamos que el Congreso, en colaboración con el gobierno, siga siendo un lugar fundamental para fraguar respuestas apropiadas a las demandas ciudadanas justas, contribuyendo con ello tanto a consolidar las instituciones políticas como a avanzar hacia la sociedad más próspera, libre y equitativa a la que aspiramos.

Este Bicentenario del Parlamento tiene lugar en momentos en que el presidente de la República ha llamado a un Gran Acuerdo Nacional en Educación, el cual contempla tres grandes focos: mejorar el acceso, la calidad y el financiamiento para avanzar hacia una sociedad basada en el mérito, con mayor igualdad de oportunidades y más movilidad social. Sin duda esta propuesta ofrece una gran oportunidad para el Congreso, pues mejorar la educación es clave para alcanzar el desarrollo.

Eso supone el reconocimiento de un hecho muy relevante: la mejor forma de adoptar esas normas obligatorias para todos que son las leyes es a través de la discusión a partir de las diferentes ideas acerca del bien común que cuentan con respaldo en la sociedad; a través de la persuasión, la negociación y el compromiso entre ellas.

No pocas veces la ciudadanía muestra impaciencia ante discusiones que estima estériles o suspicacia ante acuerdos que exigen postergar algunas convicciones. Sin embargo, necesitamos dar los pasos necesarios para adoptar decisiones que, aunque a veces no sean populares en lo inmediato, nos encaminarán hacia la solución de los problemas que preocupan a la ciudadanía. Esa es la única vía seria y responsable de recuperar el prestigio de la política. No la tentación populista, ni la renuncia a los grandes objetivos de un ambicioso proyecto de país, sino la búsqueda dialogada y paciente, a la vez que decidida y resuelta, de soluciones efectivas para los chilenos.

Hoy, como hace 200 años, y aquí como en las democracias de los cinco continentes, el debate parlamentario es la principal vía para conciliar múltiples visiones e intereses en normas e instituciones que todos podamos respetar y que son el marco imprescindible para cualquier desarrollo. Esperamos que ese camino siga siendo tan fructífero para Chile como lo ha sido en tiempos anteriores.

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