El atractivo de trabajar en el extranjero se desvanece
Pilita Clark
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Pilita Clark
Poco después de cumplir 30 años, me enviaron a Washington DC para ser jefa de oficina de un periódico australiano, en condiciones que hoy parecen increíbles.
La decisión fue menos impresionante de lo que parece. La oficina estaba formada por un solo miembro del personal, yo, y yo no era el corresponsal extranjero más joven en ese momento.
Pero lo extraordinario para los estándares actuales fue la magnificencia de mis beneficios como expatriada. Mi alquiler fue generosamente subsidiado. Tenía un seguro médico de primer nivel y asignaciones para un automóvil, un teléfono, periódicos y muchos otros gastos. Si hubiera tenido hijos, también hubieran pagado su matrícula escolar.
La proporción de personas dispuestas a trabajar en el extranjero cayó de 78% en 2018 a 63% en 2023, según BCG, en un mundo cada vez menos abierto, mientras el trabajo se vuelve más global.
Otros expatriados que conocí tenían beneficios similares, además de vuelos anuales a casa para toda la familia y dinero para cosas como contratar contadores para las declaraciones de impuestos.
Estos lujosos acuerdos no han desaparecido por completo, pero los expertos en reubicación corporativa me dicen que están disminuyendo en muchas empresas, no solo en la industria de los medios.
Sospecho que ésta es una de las razones por las que sigo escuchando sobre una curiosa tendencia laboral: el menor interés en la idea de trabajar en el extranjero.
Esto ya sucedió antes de la pandemia, cuando los paquetes tradicionales diseñados para hombres y sus esposas que no trabajaban chocaron con el surgimiento de mujeres profesionales que a veces ganaban más que sus parejas.
Esperar que una pareja con dos ingresos los redujiera a la mitad y arruinara una carrera, a cambio de un paquete de expatriación reducido, parecía problemático, especialmente si también se les pedía que soportaran el aire asfixiante de Delhi o la tasa de criminalidad de Tijuana.
Pero la indiferencia hacia los puestos de trabajo internacionales parece haberse intensificado desde la pandemia, lo cual ha sorprendido a algunos especialistas.
“Es realmente impactante”, afirma la consultora del grupo Crown World Mobility, Caitlin Pyett, quien trabaja en el sector de la reubicación desde hace casi 30 años.
Pyett me dijo que notó la tendencia por primera vez a fines del año pasado, cuando clientes en sectores que iban desde energía renovable hasta tecnología médica dijeron que les resultaba más difícil persuadir al personal para que aceptara puestos de trabajo en el extranjero.
Esto fue inesperado en un momento en que la pandemia había desencadenado una explosión de nómadas digitales trotamundos, a menudo de veintitantos años, que parecían representar la dirección futura del trabajo.
La firma de Pyett ha comenzado a realizar investigaciones para comprender qué está pasando. Mientras tanto, tiene teorías, empezando por el atractivo de trabajar desde casa, que los trabajadores de 40 años o más descubrieron durante el confinamiento.
“Han desarrollado la sensación de que pueden trabajar perfectamente desde la mesa de la cocina, entonces, ¿por qué volver a una oficina, y mucho menos subirse a un avión e ir al otro lado del mundo?”
Ese sentimiento puede ayudar a explicar por qué los puestos de trabajo internacionales han cambiado en empresas como Ingka, el mayor propietario de tiendas Ikea. El grupo todavía envía personal al extranjero con sus familias para algunas funciones críticas. Pero una portavoz me dijo que el trabajo remoto, además de los “desafíos de doble carrera” (en que ambos son asalariados), ha visto “un aumento significativo” en acuerdos más flexibles, en los que el personal viaja o trabaja en proyectos únicos en otros países.
Un reciente estudio global de más de 150 mil trabajadores, realizado por Boston Consulting Group, mostró que la proporción de personas dispuestas a mudarse al extranjero para trabajar cayó de 78% en 2018 a 63% en 2023. Esto podría deberse a que el mundo se está volviendo menos abierto, mientras que el trabajo es más global, dice la coautora Orsolya Kovács-Ondrejkovic.
Con esto quiere decir que acontecimientos como el Brexit y los conflictos geopolíticos han hecho que sea más difícil trasladarse para trabajar en el extranjero, mientras que el crecimiento del trabajo flexible ha hecho que sea más fácil quedarse.
En otras palabras, antes de la pandemia era difícil imaginar que alguien pudiera obtener mucha experiencia o beneficiarse de trabajar en China estando radicado en Europa, pero ahora esa forma de pensar ha cambiado.
Todas estas explicaciones tienen sentido y puedo entender por qué un buen trabajodo subsidiado en el extranjero podría estar desapareciendo. Pero mudarse a un nuevo país por trabajo puede seguir siendo algo maravilloso, tanto para tu vida como para tu carrera, algo que seguramente descubrirá cualquiera que tenga la suerte de poder hacerlo.