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DF Conexión Asia | Fastuosa alfombra roja de EEUU para Modi

Edward Luce © 2023 The Financial Times Ltd.

Por: Edward Luce © 2023 The Financial Times Ltd. | Publicado: Martes 4 de julio de 2023 a las 04:00 hrs.
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Edward Luce © 2023 The Financial Times Ltd.

La “Operación seducir a Narendra Modi” no es algo nuevo. Pero Joe Biden está llevando a nuevos niveles los halagos al primer ministro indio. La secretaria de Comercio de Biden, Gina Raimondo, recientemente dijo que el compromiso de Modi con el pueblo indio era “simplemente indescriptible y profundo y apasionado y real y auténtico”. El jueves pasado Modi fue uno de los pocos estadistas —Winston Churchill y Nelson Mandela antes que él— en dirigirse más de una vez a una sesión conjunta del Congreso. Su banquete de Estado fue el más deslumbrante de la presidencia de Biden. A este ritmo, el líder indio pudiera tener la impresión de que Estados Unidos lo admira.

No le costará adivinar por qué. El grosor de la alfombra roja estadounidense no tiene nada que ver con la política de Modi y todo que ver con la geografía de India. Ningún otro país tiene el tamaño o el potencial para actuar como contrapeso de China. Kurt Campbell, el asesor de Biden para Asia, habitualmente describe la relación bilateral de EEUU e India como la más importante para los norteamericanos. Esta afirmación no va acompañada de ninguna limitación. Cuando se les pregunta por el reciente retroceso de la democracia liberal india, los funcionarios de la Casa Blanca recurren a las habituales negaciones basadas en realismo político.

“Sin duda EEUU e India comparten un temor realista a una China agresiva. Lo racional es estrechar lazos. Pero comportarse como un suplicante ante un autócrata como Modi es tan rudimentario como innecesario. ”.

Es cierto que EEUU no puede hacer nada para defender el laicismo indio o restaurar lo que queda de sus medios de comunicación independientes. Esa es una tarea para los indios, aunque parece descabellada en este momento. También es cierto que las amonestaciones estadounidenses probablemente tendrían el efecto contrario al deseado. Biden discretamente abandonó su desaprobación de las abstenciones de Modi en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) relacionadas con la guerra de Rusia contra Ucrania, porque sólo estaban endureciendo la indiferencia india.

Washington incluso ahora ve un lado positivo en el aumento de las importaciones indias de petróleo ruso. Aunque India está ayudando a Vladimir Putin a pagar su guerra, también mantiene un tope en los precios mundiales del petróleo.

Sin embargo, a EEUU le cuesta lograr el realismo en la política exterior de forma convincente. Durante los próximos días, los funcionarios estadounidenses no podrán evitar decir que India y EEUU comparten valores comunes y que son, respectivamente, las democracias más grande y más rica del mundo. Estas discutibles observaciones no tendrán nada que ver con las razones de la deslumbrante acogida de Modi. Si Arabia Saudita intercambiara posiciones con India, a Washington le resultaría difícil resistirse a elogiar el islam conservador.

La lástima es que es innecesario. La estrella global del realismo en la política exterior es el ministro de Relaciones Exteriores indio, Subrahmanyam Jaishankar, quien insiste en que vivimos en un mundo multipolar de “amienemigos”, sin amigos ni enemigos permanentes. Se trata de una variación de aforismos de Lord Palmerston, de Charles De Gaulle y de otros a lo largo de la historia. Jaishankar persigue los intereses de India sin el tono moralista de sus homólogos estadounidenses ni de sus predecesores durante la Guerra Fría, cuando India era un país no alineado. La postura de India en cuanto a Ucrania es egoísta. Jaishankar no finge lo contrario.

La “seducción” total de Modi por parte de EEUU plantea dos problemas. El primero es que desmiente la afirmación de Biden de que los derechos humanos están “en el centro” de su política exterior. Modi está pisoteando demasiados derechos como para mencionarlos, con la libertad religiosa a la delantera. Sin embargo, el Departamento de Estado estadounidense se mantiene en total silencio en cuanto a esos derechos mientras condena fuertemente las transgresiones de otros en posiciones inferiores en el escenario mundial.

Esto sólo puede aumentar el cinismo sobre la brecha entre lo que EEUU dice y lo que hace. En una época en la que el sur global está en juego, este doble rasero no favorece la credibilidad estadounidense.

El riesgo es que esta medida de “todo lo relacionado con China” produzca lo contrario de lo que Biden quiere. La mayor parte del mundo preferiría no tener que elegir entre EEUU y China. Lo último que necesita el sur global es un dilema de suma cero. Como suele decirse humorosa, pero sarcásticamente, “los chinos nos dan un aeropuerto; los estadounidenses, un sermón”. Esto se ve peor cuando la moralización se percibe como hueca.

El segundo problema de la ofensiva seductora de Biden para cautivar a India es que malinterpreta lo mucho que India necesita a EEUU. La falsa impresión es que India tiene todas las cartas. India es incomparablemente más vulnerable a una acción militar china que EEUU. India comparte una frontera de 3.380 km con China, gran parte de ella disputada, y su ejército no puede competir con el chino. En caso de conflicto, sólo EEUU podría rescatar a India. Aunque China no representa una amenaza militar directa para EEUU, Washington se ha autoconvencido de lo contrario.

No cabe duda de que EEUU e India comparten un temor realista a una China agresiva. Lo racional es estrechar lazos. Comportarse como un suplicante ante el responsable más despiadado del retroceso democrático en el mundo —el autócrata que a Donald Trump le encantaría emular— es tan rudimentario como innecesario. A Modi le parecerá una luz verde.

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