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DF Conexión a China | Por qué Taiwán es importante para el mundo

Gideon Rachman 2023 The Financial Times Ltd.

Por: Gideon Rachman | Publicado: Martes 11 de abril de 2023 a las 04:00 hrs.
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Gideon Rachman

¿Debe Estados Unidos defender a Taiwán? No se trata de un debate abstracto. Durante el fin de semana, Beijing simuló bombardeos sobre la isla, mientras su armada cercaba Taiwán. En respuesta a la constante escalada de la presión militar china sobre la isla, el presidente Joe Biden ha prometido -cuatro veces- que Estados Unidos defendería a Taiwán de un ataque de China.

Para algunos en EEUU, las promesas de Biden son poco menos que una locura. Doug Bandow, del think tank Cato Institute, se queja de que “la mayoría de los responsables políticos [estadounidenses] están dispuestos a arriesgar el suicidio nacional para proteger a Taiwán”. ¿Por qué unos EEUU cansados de la guerra iban a amenazar con luchar contra China, otra potencia con armas nucleares, para defender una isla de 24 millones de habitantes situada a unas 100 millas de la costa china?

“Un peligroso aumento de las tensiones con Beijing es un precio que merece la pena pagar para proteger a una floreciente democracia asiática”.

El escepticismo sobre la defensa de Taiwán es aún mayor en algunas partes de Europa. A su regreso de una visita a China la semana pasada, el presidente Emmanuel Macron dio a entender que Francia no movería un dedo para proteger la isla. A propósito de Taiwán, declaró al portal Politico que el “gran riesgo” para Europa es quedar “atrapada en crisis que no son nuestras”.

En realidad, pocos esperan que los ejércitos europeos se impliquen directamente en un conflicto sobre Taiwán. Pero las actitudes de políticos europeos como Macron importan, ya que afectarán a los cálculos chinos de los costes económicos y diplomáticos de cualquier ataque.

Sin duda, sería más fácil para los líderes europeos y estadounidenses si no tuvieran motivos para preocuparse por el destino de Taiwán. Pero la realidad es que una anexión forzosa de la isla por parte de China tendría profundas consecuencias globales que se dejarían sentir rápidamente tanto en París como en Peoria.

Hay tres argumentos principales para defender a Taiwán. El primero tiene que ver con el futuro de la libertad política en el mundo. El segundo tiene que ver con el equilibrio de poder mundial. El tercero se refiere a la economía mundial. Juntos constituyen un argumento de peso para mantener a Taiwán fuera de las garras de Beijing.

El Partido Comunista chino sostiene que el régimen de partido único es el sistema perfecto para China. EEUU, insiste, debería dejar de intentar promover valores liberales y democráticos, que no están funcionando bien en Occidente y que supondrían un desastre para una cultura comunitaria como la china. Pero Taiwán, una sociedad próspera y floreciente, es la prueba viviente de que la cultura china es totalmente compatible con la democracia. Su existencia mantiene viva una visión alternativa de cómo podría gobernarse algún día la propia China.

Beijing ya ha aplastado las aspiraciones democráticas de Hong Kong. Si se permitiera a Xi Jinping hacer lo mismo en Taiwán, la autocracia se afianzaría en todo el mundo de habla china. Dado que China es la superpotencia emergente del siglo XXI, ello tendría consecuencias políticas sombrías para el mundo. Los cínicos ante la promoción de la democracia por parte de EEUU disfrutarían aún menos la protección de la autocracia china.

La idea de que China continental abrace algún día la libertad política sigue siendo una perspectiva lejana. Pero la región del Indo-Pacífico en su conjunto cuenta con varias democracias prósperas, como Japón, Corea del Sur y Australia. Todas ellas dependen en cierta medida de la garantía de seguridad de Estados Unidos.

Si China aplasta la autonomía de Taiwán, ya sea invadiéndola o forzando a la isla a una unión política involuntaria, el poder de EEUU en la región sufriría un duro golpe. Ante la perspectiva de una nueva potencia hegemónica en el Indo-Pacífico, los países de la región responderían. La mayoría optaría por acomodarse a Beijing modificando su política exterior e interior. El deseo de no ofender a la nueva potencia hegemónica restringiría rápidamente la libertad de expresión y de acción de los vecinos de China.

Las implicaciones del dominio chino del Indo-Pacífico también serían globales, ya que la región representa alrededor de dos tercios de la población mundial y del producto interior bruto. Si China dominara la región, estaría en camino de desplazar a EEUU como nación más poderosa del mundo. La idea de que Europa no se vería afectada por ese cambio en el poder mundial es absurda. Ahora, más que nunca, Europa depende de la voluntad de EEUU de enfrentarse a Rusia, el despótico aliado de China.

Algunos podrían argumentar que nociones abstractas como “hegemonía” importan poco a la gente corriente. Pero una peculiaridad del desarrollo económico de Taiwán significa que el control de la isla tendría rápidamente implicaciones importantes para los niveles de vida de todo el mundo.

Taiwán produce más del 60% de los semiconductores del mundo y cerca del 90% de los más sofisticados. Los aparatos que hacen funcionar la vida moderna, desde teléfonos hasta automóviles y maquinaria industrial, funcionan con chips taiwaneses. Pero las fábricas que los producen podrían ser destruidas por una invasión.

Si las fábricas de chips de Taiwán sobrevivieran, pero cayeran bajo control chino, las implicaciones económicas serían enormes. El control de los semiconductores más avanzados del mundo daría a Beijing un asfixiante control sobre la economía mundial. Como ya ha descubierto Estados Unidos, reproducir la industria de semiconductores de Taiwán es mucho más difícil de lo que parece.

Todas estas consideraciones -económicas, estratégicas y políticas- constituyen un argumento de peso para que EEUU y sus aliados protejan a Taiwán. Nadie en su sano juicio desea una guerra entre EEUU y China. Pero ahora, como en el pasado, a veces es necesario prepararse para la guerra, para mantener la paz.

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