El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, ha encontrado dificultades para brindar un mensaje claro sobre el futuro de las políticas de la Fed desde su testimonio del 22 de mayo ante el Congreso estadounidense. De hecho, dos meses después, los participantes de los mercados financieros continúan confusos sobre el significado de su mensaje para la dirección de la política monetaria estadounidense y las tasas de interés de mercado.
La mayor incertidumbre política tiene que ver con la perspectiva más inmediata de que la Fed reduzca pronto sus compras de activos de largo plazo: la así llamada flexibilización cuantitativa. Bernanke continúa resaltando que los cambios en el ritmo de compra de los bonos dependerán del desempeño de la economía. Pero sobresaltó recientemente los mercados cuando dijo que el mayor crecimiento esperado por el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) podría conducir a un menor ritmo de compras hacia finales de este año y al total abandono de las adquisiciones de activos para mediados de 2014.
Bernanke justificó esta propuesta afirmando que la flexibilización cuantitativa busca “principalmente aumentar el impulso de corto plazo de la economía” y sugirió que el mayor empuje justificaría una menor compra de activos. La realidad, sin embargo, es que el impulso de corto plazo de la economía ha disminuido continuamente desde el inicio de la flexibilización cuantitativa, y se ha reducido más rápidamente a medida que el tamaño del programa aumentó. El ritmo de crecimiento del PIB real cayó de 2,4% en 2010 a 2% en los siguientes cuatro trimestres y luego a 1,7% en 2012. La primera estimación oficial del crecimiento del PIB en el segundo trimestre de 2013, que será difundida mañana, probablemente sea de menos de 1%. Eso implica un crecimiento anual del PIB durante la primera mitad de este año considerablemente menor al de 2012. ¿Qué implica esto para la Fed y su voluntad de “reducir gradualmente” su ritmo de compra de activos? Irónicamente, puede ayudar a racionalizar la decisión de comenzar con la reducción gradual antes de finales de este año.
En primer lugar, la falta de correlación entre la flexibilización cuantitativa y el crecimiento del PIB sugiere que el ritmo de compra de activos podría reducirse sin que el ritmo de crecimiento disminuya. Eso es cierto incluso si, a diferencia de lo supuesto por Bernanke y algunos otros miembros del FOMC, las tasas de interés aumentarán a medida que disminuya el ritmo de las compras.
En segundo lugar, si luego de la extrema debilidad del segundo trimestre se verifica un regreso a tasas de crecimiento aletargadas de aproximadamente el 2 % en el tercer trimestre, la Fed podría declarar que observa la recuperación en el crecimiento necesaria para justificar el inicio de la reducción gradual.
La política de tasas de largo plazo extremadamente bajas en la actualidad produce más problemas que soluciones, porque impulsa a los inversores a asumir riesgos inadecuados para obtener mayores rendimientos. Bernanke y el FOMC debieran reconocer esto y concluir gradualmente al programa de compra de bonos durante los próximos 12 meses. Pueden asumir el mérito por lo que ha logrado la flexibilización cuantitativa sin atar inevitablemente la finalización del programa al futuro desempeño de la economía.
Resulta significativo que Bernanke dejará la función a principios de 2014. Su trabajo para manejar los mercados financieros disfuncionales durante los años de crisis de 2008 y 2009 fue extraordinariamente bueno. Cuando los mercados financieros volvían a funcionar pero la economía aún crecía a un ritmo excesivamente lento, recurrió a políticas monetarias no convencionales para reducir las tasas de interés de largo plazo y acelerar la recuperación del mercado inmobiliario. Por lo tanto, si bien la situación actual de la economía es más débil de lo que podría gustarle -a él o a cualquier otra persona-, es posible que desee completar su legado dando inicio al abandono de las políticas no convencionales antes de dejar la Fed.
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