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Descentralizar de verdad: un Estado para las personas

TOMÁS SÁNCHEZ Autor de “Public Inc”, investigador asociado de Horizontal

Por: TOMÁS SÁNCHEZ | Publicado: Jueves 5 de enero de 2023 a las 04:00 hrs.
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TOMÁS SÁNCHEZ

Uno de los temas que se tomó la discusión constitucional fue la descentralización. Lamentablemente, en forma burda, descentralización fue sinónimo de asambleas regionales y más burocracia. Parlamentos locales como símbolo del Estado más cercano a las personas, que, de haber resultado, habrían sido un símbolo vacío. Un tenedor para tomar sopa.

La discusión se quedó en las formas, y no en el fondo: un Estado efectivo que resuelve las necesidades de las personas, porque está cerca de ellas, conoce su problemas, y por lo tanto descentraliza la toma de decisiones y es capaz de diseñar soluciones específicas para cada comunidad. De cara a implementar esa ambición, el problema es que las municipalidades son la institución pública más cercana a las personas, pero también las con menores recursos técnicos y presupuestarios (5% del presupuesto total), y con una corrupción difícil de auditar.

“Propongo discutir el siguiente modelo de cara a ajustar la burocracia regional: usar a las municipalidades como front-office y los gobiernos regionales como back-office”.


Tres hitos ilustran lo anterior. Primero, el escándalo de la otrora mejor comuna de Chile Vitacura, donde nadie -ni la Contraloría, ni los vecinos, ni los concejales, ni los bancos receptores de fajos de billetes -fue capaz de detectar el robo en carretillas. Segundo, el problema en el corazón de la municipalización escolar fue que los municipios destinaban recursos educacionales para fines con mejores réditos políticos (una plaza o una buena fonda, que atraían más votos mejores profesores). Tercero, la subejecución de los presupuestos regionales, donde la relativa poca plata que hay, los gobiernos locales no tienen la capacidad para gastársela, debido a que no tienen los equipos competentes para ejecutar buenos proyectos.

Si tuviéramos una varita mágica sin restricciones operativas y políticas, descentralizar Chile efectivamente, consistiría en pasar de 16 a cinco regiones, y de 345 municipalidades a 200.

Crear economías de escala, capacidad y conocimientos en los gobiernos locales, para que ellos, con un mejor nivel técnico y político, sumado a más presupuesto, pudieran ejecutar las labores del Estado. Como eso es inviable, propongo discutir el siguiente modelo de cara a ajustar la burocracia regional: usar a las municipalidades como front-office y los gobiernos regionales como back-office.

Las municipalidades son hoy la cara del Estado para las personas (cuando hay un hoyo en la calle no van al MOP). Pues que lo sigan siendo, transformándose en expertas en atención al ciudadano. Una ventanilla única para todo tipo de necesidades, desde educación hasta salud, pasando por infraestructura o trámites. Sin embargo, que las municipalidades no operen nada, y que la provisión de servicios sea responsabilidad de los gobiernos regionales en coordinación con el gobierno central, quien es hoy el dueño de las grandes partidas presupuestarias y las capacidades de ejecución.

Descentralización debiera traducirse en trasladar presupuesto a los gobiernos regionales desde los ministerios, y roles y capacidades ejecutivas desde el gobierno central y municipalidades, hacia las nuevas gobernaciones. Así, la municipalidades serían la voz ciudadana, las instituciones expertas en sus comunidades, cumpliendo el rol de cliente intermedio dentro del Estado. Y este tendría organizaciones con la escala, competencias y cercanía necesaria para responder en mejor forma.

Diseñar una nueva arquitectura institucional, sin reinventar la rueda, pero buscando las economías de escala, competencias técnicas y eficiencia operacional, es una tarea monumental. Es también lo necesario para crear un Estado moderno y capaz que efectivamente provea a sus ciudadanos de los servicios que necesita.

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