De la carretera de hormigón a la carretera digital
Guillermo Pickering
- T+
- T-
En los últimos años hemos visto como ciertas regiones del país se han quedado literalmente sin luz, agua, conexiones viales y de comunicación. Las prioridades del Estado han sido reestablecer los servicios básicos lo antes posible, lo cual ha sido posible gracias a un trabajo en conjunto entre autoridades públicas, empresas y ciudadanos.
Que Chile posea una extensa red vial -cuya columna vertebral es la Ruta 5 que recorre el país desde Arica hasta Quellón- no es fruto del azar sino de un acuerdo entre el sector público y privado. Así como en la década de los 90 se requirió dar un salto en conectividad física a través del modelo de concesiones, hoy es urgente desarrollar más y mejor infraestructura en telecomunicaciones.
Todos sabemos que por nuestra condición geográfica necesitamos impulsar una conectividad digital. Esta carretera debe estar dotada de accesibilidad de banda ancha de alta velocidad y la construcción de redes de nueva generación como fibra óptica y 4G. La meta país debiera ser dotar de 4G al 80% de la población y alcanzar una cobertura del 80% en banda ancha fija con una oferta de velocidad sobre los 30 Mbps.
Para un país como el nuestro, la explosión de la tecnología inalámbrica, sobre todo la móvil, en materia de internet es esencial. Es la única herramienta de creciente velocidad que permitirá hacer rentables los proyectos que por los costos, lejanía y poca masa crítica serían imposible de conectar. Sin embargo, aún estamos bajo las velocidades de bajada en internet de acuerdo a los países de la OCDE, donde Chile cuenta con menos de la mitad del promedio.
Alcanzar estándares de un país desarrollado en telecomunicaciones requiere de una inversión de US$ 30 mil millones. En los últimos años Chile ha invertido cerca de US$ 2.000 millones anuales. Si proyectamos la cifra en 10 años, estaríamos hablando de unos US$20.000 millones. Esto supone que dos tercios de la tarea ya la está ejecutando el sector privado. Pero para ello se requiere mantener este ritmo a largo plazo y hacer un esfuerzo aún mayor.
Lo anterior ha motivado a la industria a proponer una alianza público–privado para hacer realidad que todos los chilenos tenga acceso a banda ancha de alta velocidad y alcancemos el promedio de los países de la OCDE. Y, de paso, cerrar definitivamente la brecha digital en el 20% más vulnerable.