¿Crítica merecida?
La banca chilena ha recibido reparos por financiar el consumo generosamente, mientras da montos tacaños...
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La banca chilena ha recibido reparos por financiar el consumo generosamente, mientras da montos tacaños a las empresas medianas y les impone condiciones exigentes. La crítica es constante y dura, porque las medianas empresas son las que renuevan la economía y crean una gran parte de los nuevos empleos. El consumo, en tanto, genera mucho menos estímulo, y parece menos sustentable. A partir de lo expuesto parece razonable inculpar a la banca como un motor principal de Chile como país que comete un exceso, y para quienes tienen una visión de conspiración imaginan que es un plan negativo para calmar a la población.
Pero no deberíamos aceptar esa caracterización, ya que la preferencia por conceder crédito al consumo proviene de reglas internacionales, no chilenas. El sesgo de la composición del crédito viene de la regla de Basilea, que tiene por objetivo resguardar la solvencia y la estabilidad de los sistemas financieros nacionales. Esa regla establece índices de riesgo por las diferentes clases de préstamos.
Los préstamos de mayor riesgo requieren que se les asigne más capital para proteger los depósitos y prevenir que el banco se caiga. Los préstamos a la empresa mediana son de mayor riesgo, y además requieren de más tiempo administrativo. Esto implica que sean menos rentables, a menos que los prestamistas paguen intereses más altos.
El riesgo más bajo para los préstamos de consumo proviene del comportamiento de una cartera de préstamos al consumo, no del comportamiento de un solo crédito a un individuo o a una familia. La cartera tiene muchos préstamos, y en conjunto obedece las leyes de la estadística. Se puede predecir la morosidad, y presupuestar por ella, lo que implica que la cartera de préstamos al consumo genere utilidades más estables para el banco. Otra ventaja de los préstamos al consumo es que pueden concederse automáticamente, usando límites y los límites pueden ser aumentados o revisados según la historia de pago del cliente. Los préstamos a la empresa mediana son más grandes, por eso si algunos van mal, desestabilizan la rentabilidad del banco, y si muchos van mal, fácilmente derrumban el banco.
Esto implica que un banco, con una cantidad limitada de capital, puede dar más crédito en total, y puede ganar más utilidades, y ser más estable si se dedica a financiar el consumo. Si financia a empresas medianas, no puede dar la misma cantidad de crédito en total, y gana menos utilidades. El negocio de prestar a empresas es volátil, y tiene otro punto en su contra: si una empresa crece mucho, alcanza el tamaño donde puede emitir papeles directamente al mercado de capitales, y deja de usar crédito bancario. La estrategia tradicional de crecer con los clientes no funciona cuando el país tiene un mercado de capitales profundo.
En vista de lo anterior, es más difícil de regañar a los bancos por su sesgo. Se puede decir que sus prácticas no promueven el desarrollo saludable de la economía. Pero no es porque los banqueros fríamente decidieron empujar la economía hacia el consumo. Es menos dramático que eso. Simplemente están respondiendo a las reglas y los incentivos.