Los conflictos multiparte y el fracaso de la “ley express”
Cristián Saieh Socio Puga Ortiz Abogados. Director Programa Negociación UC
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Cristián Saieh
Una arista a entender el fracaso de la “ley express” que intentó salvar el escándalo por los errores en el padrón electoral, es la dificultad de las negociaciones multiparte.
Sabemos que la comunicación y la negociación están íntimamente ligadas, ya que negociar es comunicarse y porque sin comunicación no existirían los conflictos ni los sistemas sociales. Por ello, no ha de extrañarnos que la evolución en la forma en que nos comunicamos influya en la forma en que enfrentamos los conflictos.
El rápido aumento en el número de comunicaciones a nivel mundial, junto con la capacidad de coordinación que prestan los medios de comunicación actuales, han favorecido la aparición de conflictos multiparte, en que confluyen los intereses de variados actores. Hoy en día las personas no sólo forman parte de una comunidad global permanentemente conectada que les permite hacer suyas necesidades que de otra manera sentirían ajenas, sino que también han adquirido la capacidad de actuar de forma coordinada para fortalecer su poder negociador.
En el ámbito político, los conflictos multiparte son pan de cada día. El escándalo de los errores en el padrón electoral y la infructuosa negociación de la “ley express” que pretendía salvar la situación, nos lleva a dimensionar la complejidad extra que representan estas negociaciones en que hay que atender intereses variados, dispersos y que no se encuentran patentes en la mesa de negociación.
Desde la vereda empresarial, uno de los conflictos multiparte que más resonó en los últimos años es el de HidroAysén. Recordemos las manifestaciones que se originaron a raíz de este proyecto de generación eléctrica. Entre las partes involucradas estaban la empresa, el gobierno, detractores y promotores civiles, ONGs, comunidades indígenas y varios otros. El conflicto partió incipientemente a través de las redes sociales para luego convertirse en un movimiento que logró comunicar la posición de los opositores del proyecto a todo el país e incluso más allá de sus fronteras. Prueba de ello fueron las protestas que se realizaron en Santiago, Alemania y Francia, a miles de kilómetros de los lugares que se podrían considerar directamente afectados por el proyecto.
Como es entendible, conflictos como el de la “ley express” e HidroAysén son de muy compleja solución. A la multiplicidad de intereses en juego, se suma el aumento de la complejidad de las comunicaciones. Las improbabilidades de que todos los involucrados comprendan lo que se quiere comunicar y lo acepten, son considerablemente mayores. En el caso del padrón electoral viciado, el interés de aquellos que no están sentados en la mesa de negociación, pero a los que sí afecta su resultado; cientos de miles de chilenos observando con estupor que el mecanismo a través del cual eligen sus autoridades está errado.
El éxito de estas negociaciones requiere una preparación más exhaustiva aún y gestionar con gran inteligencia y empatía las relaciones humanas. Era esperable que en seis días no hubiera luz verde para solucionar este escándalo de proporciones mayores que sacudió al país.