El valor de decir “no”
Cristián Saieh Mena Director Programa Negociación UC, Socio Puga Ortiz Abogados
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Cristián Saieh
Tal vez la invención humana más relevante al interior del lenguaje fue crear la palabra “no”. Nada equivalente existe en la naturaleza. En ella hay montañas y animales; hace calor, pero no existe una realidad negativa: una no-montaña, un no-calor. Inventamos el “no” para pensar en realidades mejores: no hay árboles, pero podemos plantar algunos. No hace calor, pero hacemos fuego. Al declarar un “no”, aparece la posibilidad de generar valor.
Pero en el clima social y político actual, presenciamos recurrentemente el “no” como una negación asociada necesariamente a confrontación, como si estar en desacuerdo significara siempre una ruptura. O estás de acuerdo, o en contra mío, y por tanto eres contrincante o enemigo, lo que es un error grave del cual nos cuesta salir como sociedad. Es cosa de leer la prensa; la palabra “no” en los titulares siempre está marcada por la polarización.
Y como decir “no” convierte en rival, entonces se comprende que muchas personas en ocasiones opten por eludirlo, lo que si bien no produce confrontación inmediata, anida conflictos futuros cargados de desconfianza. Sin la palabra “no”, las relaciones pierden honestidad y libertad, se acumulan rencores y resistencias encubiertas. Este es el problema del cual se quejan muchos extranjeros que, al empaparse de nuestra cultura, nos tildan de poco confiables, ya que nos cuesta decir que “no” y, cuando lo decimos, nos transformamos en enemigos, cerrándonos a construir valor.
El problema es decir “no” y negarse a generar una nueva realidad, que es la dificultad que evidenciamos hoy en la discusión de políticas públicas indispensables para el avance de nuestra sociedad (previsional, tributaria, educacional); presenciamos un “no” rotundo de un sector que quiere ser un enemigo que desprecia cualquier idea del otro, y que piensa que con esa conducta fidelizará a sus adherentes y captará nuevos… qué error más delirante. Tal vez la Democracia Cristiana, en una estrategia más perspicaz, ha logrado captar algo de este sinsentido al sentarse a conversar con el Gobierno y, al menos, concurrir con sus votos a la idea de legislar. En materia política, un “no” con una propuesta alternativa parece ser la estrategia correcta; es cosa de recordar el triunfo del No en 1988. La campaña del No fue una invitación a un Chile alternativo, de libertad y democracia, no a destruir valor.
Para desarrollar un país moderno, inclusivo y libre debemos entender el “no” como una herramienta edificante. Si comprendemos las razones de la otra parte para decir “no”, empatizaremos con ella y, si hemos empatizado, es seguro que ella escuchará la razón que sustenta nuestra propia divergencia. Si esto ocurre, habiendo ambos escuchado la razones del “no” de la otra, estaremos más cerca de lograr un “sí”.
Con una comunicación abierta y franca, en la que las partes se escuchan para entender el “no” de la otra, construimos una sociedad mejor, de respeto y justicia, ya que todos tienen la opción de aportar ideas, generando acuerdos que respeten los valores e incorporen los intereses de todos.