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Alto contrasteLa última proyección de Odepa sobre el crecimiento del sector agrícola chileno para el año 2013 indica que estará en el rango entre un 1,5 y 2,0%. Claramente un mayor valor del dólar ayudará a mejorar la rentabilidad del negocio agrícola, generando un mejor ambiente para el sector y reflotando algunos proyectos de inversión, pero los cambios en el sector agrícola, por la naturaleza del negocio, son lentos y de largo aliento.
Seguramente para más de alguna autoridad gubernamental y también para algunos agricultores, este crecimiento será un logro dadas las condiciones particularmente difíciles que ha tenido que enfrentar la agricultura nacional durante esta temporada: sequía, bajo tipo de cambio, escasez y alto costo de la mano de obra, clima difícil para algunas frutas, paros portuarios, etc…
A mí, esta cifra me genera una gran decepción cuando veo el inmenso potencial de crecimiento que existe en nuestro país y mercados crecientes que están cada vez más receptivos para la llegada de nuestros productos agroalimentarios a buenos precios.
¿Que tenemos?: tierra cultivable disponible en abundancia, lluvia y nieve, buen clima, seguridad sanitaria, un país que funciona y, lo más importante, miles de empresarios agrícolas con ganas de crecer y desarrollarse.
¿Qué nos falta entonces?: más recursos para incentivar la tecnificación del riego y la acumulación de agua en embalses, mayor agilidad para el otorgamiento de los derechos de agua y certeza jurídica que estos derechos efectivamente se puedan ejercer en el largo plazo, una legislación laboral adecuada a la realidad agrícola, una norma que regule y posibilite el ingreso de trabajadores temporales extranjeros en temporada de cosechas, combustibles y energía eléctrica a precios competitivos, competencia justa con productos importados y estabilidad en las reglas del juego.
Como ven, nada de lo que nos falta es tan difícil, pero lamentablemente son cambios que no están en la agenda que pautea la calle y cuyos resultados no influyen en la próxima elección. No sé si yo seré demasiado exigente, pero la parábola de los talentos es muy clara y siento que no estamos, como país, aprovechando todos los talentos que nos entregaron para ser de verdad una potencia agroalimentaria.
