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Corrupción, ¿cómo estamos?

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Miguel Schloss. Presidente de Surinvest Ltda., ex director ejecutivo de Transparency International

Periódicamente nos escandalizamos por brotes de corrupción. Nombramos comisiones, emitimos leyes y Chile sigue sacando sus 70-73 puntos en el índice de percepción de corrupción de Transparency International, ubicándonos entre 20 a 23 del ranking mundial.

¿A qué se debe que caminamos tanto para avanzar tan poco? Para empezar, el citado índice no tiene la precisión que se le suele atribuir. Los resultados son promedios de percepciones muy variadas. En el caso chileno, las percepciones más críticas no distan mucho del promedio de países clasificados en posición 35, o los niveles superiores de varios países africanos (ubicados en posiciones 55 - 57).

Por ello, debemos moderar el orgullo por nuestra primacía en América Latina, ya que el rango de percepciones de corrupción chilenos traslapa con muchos países con reconocidos problemas. No nos diferenciamos tanto de otros, salvo en que nuestra corrupción ha evolucionado de la coima hacia el tráfico de influencias y practicas oligopólicas, que no se resuelven con más controles y procesos.

Por ello, la tendencia de concentrar los esfuerzos correctivos en formalidades, obedece más a una creencia legalista muy difundida, y una tendencia a copiar "buenas prácticas", que no consideran nuestras realidades institucionales o un diagnóstico acabado de nuestros problemas. Ello ha llevado a la proliferación de Consejos y mecanismos de control anclados en sistemas públicos que tienden a ser lentos, burocráticos, costosos y de menor flexibilidad que la requerida para hacer frente a la destreza, versatilidad e imaginación de agentes corruptos.

Por ello, debemos reenfocarnos hacia medios de fiscalización más versátiles y diversos, políticas económicas e incentivos con mejores equilibrios y exigencias mutuas que combinen la prevención y control:

- Nivelando la cancha, empoderando y capacitando la sociedad civil para fortalecer su fiscalización de instituciones públicas.

- Fortaleciendo la administración y transparencia mediante un sector público más meritocrático y salvaguardando observadores externos.

- Estableciendo mecanismos de intermediación, para fortalecer la disciplina vía competencia y reducción de barreras de entrada.

La lucha contra la corrupción ha ganado su sitial pero los enfoques tienen que evolucionar a un ritmo más rápido, ágil e inclusivo.

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