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Columnistas

Complacencia emergente en una nueva era de política monetaria

Por: Equipo DF

Publicado: Miércoles 28 de agosto de 2013 a las 05:00 hrs.

¿Por qué se han ensañado los inversores con el mundo emergente ante los primeros atisbos de cambio de timón en la política monetaria para la FED? La respuesta, a mi entender, se limita a una única palabra: complacencia.

No cabe duda que la crisis de 2008 golpeó a las economías emergentes de manera abrupta y violenta pero en el mejor momento posible. Una buena parte de estos países se encontraba en una posición fiscal y externa envidiable, no sólo en comparación con el mundo desarrollado sino también para sus propios estándares. Otro aspecto positivo del mundo emergente en esos momentos de inicio de la crisis global fue la ausencia de burbujas aparentes en los precios de los activos incluyendo el tipo de cambio. El motivo es obvio: el ahorro mundial ya tenía bastante con financiar las necesidades de capital de algunas economías desarrolladas como EEUU pero también del Reino Unido, España e incluso Australia.

Mas allá de la excelente posición de partida con la que las economías emergentes afrontaron la crisis de 2008 también es cierto que reaccionaron, en algunos casos de manera muy agresiva, con políticas monetarias y fiscales expansivas para limitar el impacto de un shock que a priori parecía gigantesco. El caso más evidente es el de China que, gracias a esa sobrerreacción, apenas se vio afectada por la crisis pero que creó nuevos desequilibrios para obtener ese objetivo. En menor medida, Brasil e India también llevaron a cabo políticas monetarias y fiscales muy expansivas, con la diferencia de que su posición de partida era mucho peor, sea en el nivel de inflación que en el de deuda pública. Adicionalmente, un grupo importante de economías emergentes se vio beneficiado por el rápido y prolongado aumento de los precios de las materias primas, lo que les permitió mantener una posición externa muy favorable en comparación a su experiencia histórica.

Pero la complacencia empezó a adueñarse de las autoridades económicas de los países emergentes que, por primera vez, se sintieron protagonistas del orden económico internacional como parte de la solución de la crisis y no como causantes de ella. En una carrera desmedida hacia tasas de crecimiento insostenibles, mantuvieron políticas monetarias y fiscales excesivamente laxas que, junto con un inusitado empuje de las políticas ultra-expansivas de los bancos centrales del mundo desarrollado y los consiguientes flujos de capital, crearon el caldo de cultivo para un crecimiento excesivo con atisbos de sobrecalentamiento y de burbujas en distintos precios de los activos. Cinco años después del inicio de la crisis algunas de las economías emergentes han perdido una buena parte de la fortaleza que con tanto esfuerzo habían acumulado hasta el 2008, por lo que tendrán que reaccionar rápidamente para recuperarla si no quieren ser abatidas por la nueva era de política monetaria que se avecina desde Occidente. Es cierto que aún existe margen de acción en la mayoría de ellas por lo que lo importante es que reaccionen a tiempo. De ahí que los inversores estén empezando a mirar con lupa a cada una de estas economías y diferenciando entre ellas.

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