Competencia en mercado y precios de salud
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Está claro que el gasto en salud en Chile está creciendo y se espera que crezca aún más. El gasto promedio de Chile en salud, con relación al Producto Interno Bruto (PIB), es inferior al promedio de los países de la OCDE y según documentos de esta misma entidad, mayor es la brecha si se considera en términos per cápita. Con un escenario económico como el actual en el país, donde hay más empleo y los recursos de la población son mayores, es natural que las personas aumenten su demanda por prestaciones en salud y se genere un aumento en la demanda.
A esta tendencia se suman cambios demográficos y epidemiológicos importantes: envejecimiento poblacional, aumento de las enfermedades crónicas y cambios de expectativas en el sentido que todas las personas, ante un problema de salud, aspiran a ser tratadas por atención profesional de calidad y apoyada en los mayores avances tecnológicos disponibles. Este comportamiento es completamente legítimo si se considera que el mayor acceso a estos avances se relaciona directamente con mejor calidad y mayor expectativa de vida.
¿Cómo compatibiliza un país el legítimo derecho de las personas y el nivel cada vez más creciente de gasto en salud? Parece ser que la única respuesta es promover la libre y sana competencia en el mercado. Al menos la experiencia chilena así lo ha demostrado en el sector prestador.
La cantidad de establecimientos de atención de salud privado en Chile ha crecido en forma muy importante en los últimos diez años como respuesta a una mayor demanda de la población y las inversiones que están previstas en el sector indican que esta tendencia va a mantenerse en el tiempo.
En la práctica esta mayor oferta ha tenido un efecto en el nivel de precios promedio de prestaciones de salud entregadas por el sector privado, el cual se ha mantenido en los últimos años prácticamente estable a pesar del aumento sostenido que se ha observado en las remuneraciones del personal de salud.
Esta estabilidad en los precios promedio se logra porque las personas son racionales y optimizadoras en términos económicos, lo que incide en que ante una necesidad de atención de salud busquen la alternativa más costo eficiente. Esta es la base que genera la competencia en el mercado y lo único que debería garantizase en este sector es que exista información objetiva respecto de la calidad de la atención en las diferentes instituciones de salud.