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Columnistas

Columna Felipe Larraín: Andrés Concha, un gran servidor de Chile

Por: Equipo DF

Publicado: Lunes 25 de marzo de 2013 a las 05:00 hrs.

Para quienes somos hombres de fe, sabemos que venimos a esta vida con una misión. Hoy, al enterarme del fallecimiento de Andrés Concha -un ser humano excepcional y destacado dirigente gremial- sentí una gran pena por su temprana partida, recé por él y su familia y di gracias a Dios por su vida entre nosotros. Siento que Andrés tuvo una misión clara en la vida y que dio generosos frutos. Fue un hombre de familia, que le hizo mucho bien a Chile y que deja un tremendo legado. Para empezar nos deja una profunda coherencia de vida, un gran espíritu de servicio y una caballerosidad a toda prueba. Pero también fue un visionario de aquellos que impulsaron la apertura de Chile al mundo, apoyando los acuerdos de libre comercio como un convencido de que debíamos traspasar las fronteras de esta tierra angosta y lejana, ubicada al fin del mundo. Su mirada de largo plazo trajo grandes beneficios a nuestro país: de ese intercambio comercial surgiría un crecimiento económico con los beneficios asociados de empleo, productividad, nuevas tecnologías, más conocimiento y mejores oportunidades para todos nuestros compatriotas. 


Lo conocí en la época universitaria y desde entonces me despertó una gran admiración. Con el correr de los años, seguí su trayectoria hasta que llegó a la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), donde fue su presidente y un destacado dirigente gremial: conciliador, hábil para negociar y abierto a escuchar distintas opiniones, siempre mirando el bien común y lo mejor para Chile. Nunca dejó de sumarse a un acuerdo positivo para el país o a ver una alternativa de diálogo en situaciones difíciles. Reconocida y meritoria fue su participación en la Agenda Pro Crecimiento, que propició un clima de entendimiento entre los empresarios y el gobierno del entonces presidente Ricardo Lagos.

Notable aficionado a las ciencias exactas, fue un convencido promotor de la importancia de la capacitación y la educación para tener un mejor capital humano que no solo brindara una mejor formación a los jóvenes sino también para que luego fueran ellos una fuerza de trabajo de excelencia que hiciera de nuestro capital humano un motor de desarrollo y, por qué no, un producto de exportación no tradicional.

En lo personal, Andrés era cercano, sencillo y austero. Siempre ponderado en sus juicios y generoso en sus críticas. Su reconocida agudeza y sentido del humor no pasaban desapercibidos entre quienes lo conocimos, tanto para los que estaban de su lado o quienes eran sus contrapartes.

Por ello, creo humildemente que su misión fue cumplida y espero que lo que él sembró en su vida sea un ejemplo para miles de chilenos que quieran servir al país desde el ámbito privado o público, al cual todos deberían aportar en alguna etapa de sus vidas.

Hoy, que lamentamos profundamente su fallecimiento y junto con hacerles llegar a su señora, hijos y nietos mis más sentidas condolencias, quiero destacar que hemos perdido a un gran servidor de Chile. Descansa en paz, Andrés. Estoy cierto que tu semilla dará frutos y una nueva generación de servidores públicos, hombres y mujeres de bien que privilegien el bien común y que quieran a esta tierra sabrán continuar tu obra.

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