Desde Beijing
Esta ha sido una semana donde las informaciones provenientes de China han creado inquietud en el mundo. Las he vivido en Beijing, como uno de los invitados al II Foro Think Tank China-América Latina (así lo llaman), donde académicos y diplomáticos de ambos lados hemos analizado perspectivas de agenda común a futuro.
Los diarios chinos no han sido ajenos a las noticias entregadas el miércoles, cuando se dio cuenta de un estancamiento en la producción industrial, mientras se confirmaba que la economía china creció un 7,5% en abril-junio en comparación con el mismo período del año pasado, en el que fue su noveno trimestre de desaceleración en los últimos 10. Como ha dicho Romano Prodi, el ex premier Italiano y ex presidente de la Comisión Europea –presente también en estos días en un foro Europa-China realizado en el país asiático– el crecimiento del 7 ó 7,5% es una cifra respetable, pero produce inquietud cuando se la compara con aquellas registradas en décadas previas y que han convertido a China en factor determinante en el desarrollo de la economía mundial.
Se estima que la economía global crezca un 3,1% este año, con China en el 7,4 a 7,5%, India 5,4%, 4,2% de África, Estados Unidos 1,9 a 2% y Japón tal vez un 2%, mientras la economía de Europa se contrae un 0,8%. Estos son los datos que los analistas chinos manejan para ver su futuro, porque ellos miran estos escenarios exteriores para ratificar que su modelo no puede seguir instalado exclusivamente en las exportaciones y la inversión externa.
Pero desde el resto del mundo, la visión para calificar la economía china está ligada al poder de compra y los índices de consumo en China. Las inquietudes de estos días en gigantes como Apple, en Estados Unidos, o Canon, en Japón, así lo ratifican. Lo que ocurre es que, hace 10 años, China sólo representaba el 3,5% de crecimiento del mundo, ahora su contribución al crecimiento no está lejos del 50%.
En consecuencia, lo que las actuales autoridades chinas están buscando, encabezadas por el presidente Xi Jinping y el primer ministro Li Keqiang, es un crecimiento sostenible en el largo plazo y apoyado mucho más en el consumo interno. Decirlo es una cosa, lograrlo es otra.
Pero, una vez más -en el clásico método chino de tener una meta e ir tanteando el terreno para avanzar– se visualizan sectores en donde se pondrá fuerte el acelerador: por un lado, la expansión de las ciudades y la modernización del sector rural; por otra, un fuerte estímulo a la Tecnología de la Información (IT).
“Las regiones no deben ser abandonadas y quedarse sólo como lugares de origen en la memoria de la gente”, dijo el presidente Xi, al visitar este lunes un área rural, donde instó a los gobiernos locales a promover el desarrollo simultáneo de la construcción urbana y la agricultura moderna. En ello se esperan medidas para controlar la especulación en el precio de las viviendas, a la vez que se estimula el desarrollo urbano para que los jóvenes no vean imposible tener su propia casa.
En IT, cuyo consumo representa hoy el 5% del PIB chino, se esperan nuevas medidas para su crecimiento y expansión. El Ministerio de Industria y Tecnología de la Información llevará adelante programas avanzados en la infraestructura de comunicación, promoverá mayores aplicaciones y servicios 3G y prepara las licencias 4G para fines de año. Es en 4G, precisamente, donde esperan nuevas oportunidades de inversión y crecimiento económico. Una cifra clave entregada estos días: en los primeros cinco meses de 2013 el consumo de IT creció 19,8% respecto del año anterior.
Ciudad y la IT son apuestas con nuevos enfoques en China y sus reformas. Allí esperan recuperar los puestos de trabajo perdido en otros ámbitos de la economía: hay bajas en ciertos índices, es cierto, pero también hay nuevos planes. Y ello, sin duda, nos suena muy bien cuando pensamos en el cobre chileno.