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Columnistas

Capital contracíclico: medida conservadora

Felipe Dalgalarrando Abogado, socio de Dalgalarrando y Cía

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 1 de junio de 2023 a las 04:00 hrs.

El Requerimiento de Capital Contracíclico (RCC) aplicado hace algunos días por el Banco Central ha generado una serie de preocupaciones, que, por muy válidas que sean, es necesario observar desde una perspectiva un poco más amplia.

Primero que todo, de acuerdo la descripción del Acuerdo de Basilea III efectuada por el ente rector “los requerimientos de capital para el sistema bancario, según el consenso internacional permiten proteger a los bancos frente a pérdidas no esperadas en sus activos por la eventual materialización de riesgos de crédito, mercado y operacionales, incorporando además su importancia sistémica”, agregando que uno de estos requerimientos es precisamente el RCC, que “se puede establecer entre 0 y 2,5% de los Activos Ponderados Por Riesgo”.

“Países con sistemas financieros actualmente solventes y sanos, y con robustas entidades reguladoras, no han dudado en poner en práctica normas de Basilea III, al coincidir en su mayoría con riesgos provenientes desde distintas latitudes”.

Además de ser un requisito menor si consideramos el margen que tiene el Banco Central para ser aún más exigente en este ámbito, los US$1.500 millones en cuestión representan menos del 20% de las utilidades acumuladas por los bancos en todo 2022 y el primer trimestre de este año.

Estos números son una muestra de que la decisión adoptada por la autoridad monetaria fue bastante conservadora, idea que queda aún más en evidencia con la experiencia comparada.

Por ejemplo, Corea del Sur el 25 de mayo último hizo lo propio, ya que el Financial Services Commission, el equivalente de ese país a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) local, exigiendo a su sistema bancario el 1% de sus activos ponderados por riesgo, es decir proporcionalmente superior a lo ordenado por el Banco Central de Chile.

Los mercados europeos tampoco han estado exentos de esta situación. De hecho, en febrero último en Alemania entró en vigencia un guarismo de 0,75%, también conservador, pero proporcionalmente superior a Chile.

Pero otros países incluso fueron mucho más audaces al tomar este tipo de medidas, como Noruega, cuyo Banco Central decidió, por unanimidad, aplicar esta RCC, pero con el porcentaje más alto de los activos ponderados por riesgo que contempla Basilea III, lo que entró en vigencia en marzo de este año. La entidad ha mantenido esta exigencia, pese a asegurar que la banca de esa nación es sólida, líquida, rentable, resistente, capaz de absorber pérdidas y mantener los préstamos, incluso en el caso de una fuerte recesión económica. Pero la pregunta que surge inmediatamente es ¿cuál es la necesidad de adoptar esta exigencia? La respuesta es similar a la emitida por el ente rector chileno, aludiendo a la incertidumbre futura.

Sin mayores observaciones tampoco sobre la solidez de su sistema financiero, en Suecia su regulador también decidió acercar el RCC al estándar más alto exigido por Basilea, en este caso al 2% de los activos ponderados por riesgo, que comienza ahora en junio.

En consecuencia, países con sistemas financieros actualmente solventes y sanos y robustas entidades reguladoras no han dudado en poner en práctica normas de Basilea III, al coincidir en su mayoría con riesgos provenientes desde distintas latitudes. Esto habla de unas reglas del juego internacionales que han dotado a las autoridades de herramientas para proteger, especialmente, a usuarios de instituciones crediticias, que en Chile tendría un efecto bastante acotado.

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