La muerte de la manufactura nacional
Camila Sánchez Directora de Emprendemos +
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Camila Sánchez
Hace unos días los medios informaron que la fábrica de zapatos chilenos Guante cerraba sus puertas y despedía a 283 trabajadores. Desde la empresa declararon que se enfocarán ahora en la importación de zapatos, por la enorme dificultad que significa fabricar calzado en Chile. Un fenómeno que ha ido creciendo en nuestro país debido a la competencia de manufactura extranjera, principalmente con China y países asiáticos.
Y es que definitivamente fabricar en Chile es caro. La mano de obra es costosa, la materia prima también. Es prácticamente imposible competir en un rango de precios que oscila de manera obscena y ofrece márgenes absurdamente atractivos para la industria. Entonces, el comportamiento del consumidor se ha ido “mal acostumbrando” a preferir productos baratos, pero de dudosa calidad, que duran poco. De esta forma se vuelve al ciclo de consumir en mayor cantidad y, por consiguiente, contaminar más.
Gran responsabilidad tenemos los consumidores al fomentar el consumo masivo, barato, extranjero y no valorar la calidad de la manufactura local. El ciudadano exige crecimiento económico nacional, pero al momento de consumir, prefiere y fomenta el crecimiento extranjero más que el local, situación que tiene altos costos como efecto secundario.
Con estas mutaciones en el mercado, es difícil promover el emprendimiento en una sociedad que no tiene conciencia de los productos que consume ni se hace cargo de la responsabilidad que tiene (tenemos). Porque convengamos que, aunque puede ser un efecto colateral de la globalización, no es para nada inocuo, sino por el contrario muy dañino. Y probablemente significa, a la larga, un costo mayor que el ahorro en baratijas.
Cuando el mercado prefiere consumir productos de menor calidad y baratos —China es uno de los productores más eficientes en este segmento, como bien sabemos—, se van perdiendo las industrias locales que llevan años de conocimiento acumulado en fabricar productos de calidad con materias primas locales. Así pasamos a depender de un producto que debe viajar muchos kilómetros, de alto costo humano en su país de origen (la mano de obra barata y su consecuencia social en China); se aumentan las emisiones de carbono por transporte de larga distancia y mucho contaminante en materias primas (material de plástico en general); se expulsa a la fuerza las fuentes de trabajo de los chilenos, sin siquiera mencionar que bajamos la calidad de lo que consumimos.
Nuestra manufactura está muriendo y con ello, los oficios que ayudaron a construir a un país.
¿Tendremos, entonces, los consumidores la real conciencia de lo que significa elegir un producto guiándonos sólo por el precio? Mientras nos llenamos de productos chinos (incluso malls chinos), el libre comercio está resultando ferozmente más beneficioso para ellos, que para Chile.