La innovación como motor de productividad
Camila Sánchez Directora Emprendemos +
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Camila Sánchez
Últimamente el foco de la agenda país se ha centrado en el bajo crecimiento económico, que ha sido criticado por diversos sectores políticos. A pesar de los datos duros que causan comezón por la situación financiera, creo que existen también realidades que no son claramente visibles al ojo crítico. Sin embargo, si las observamos más a fondo, nos damos cuenta de que el crecimiento país en muchos otros ámbitos sí está ocurriendo y tiene importante influencia en el crecimiento económico.
Me refiero a la innovación. Porque para que las empresas, los negocios y el país en general crezcan, se necesita producir. Esto se logra innovando y, por fortuna, en nuestro país tenemos mucho talento y potencial para ello.
Evidencia internacional muestra que la innovación aumenta la productividad. En la última década, la palabra innovación ha tomado más fuerza que nunca. Se ha incorporado como materia de estudio en universidades, centros de estudio, políticas públicas, en el ámbito empresarial y en materia de emprendimiento también. Se han derivado más recursos, tiempo e importancia al desarrollo de nuevos proyectos que tengan impacto. Hoy se entiende que sin innovación no hay avance, ni tampoco plena incorporación a un mundo en constante cambio.
Una de las áreas en avance que más me ha llamado la atención ha sido la salud, curiosamente un ámbito que se conoce y aplaude muy poco. Esto, siendo la salud un factor que afecta la productividad y, por consiguiente, a la economía de un país. Por ejemplo, Pablo Muñoz, doctor en neurociencias de la Universidad de Valparaíso, patentó un compuesto de nanofibra a base de caparazón de centolla y la fruta del Arrayán, la murta, que combate el Alzheimer y los accidentes cerebrovasculares, y que está ad portas de ser aplicada en ámbitos clínicos.
Por otro lado, Andrea Irarrázaval logró utilizar micro algas para capturar gases y evitar intoxicaciones en zonas industrializadas en los ductos de las chimeneas, y está trabajando en “árboles capturadores” con mayor capacidad de absorber aire contaminado y así producir biomasa para reacondicionar los suelos de las ciudades.
Y Tomás Egaña, ingeniero en Biotecnología molecular, desarrolló una piel fotosintética en base a algas que produce y libera oxígeno con la estimulación de la luz, para así regenerar tejido humano especialmente para personas con quemaduras o amputaciones por diabetes.
Estos son sólo algunos ejemplos para demostrar que avances de este tipo probablemente no ocupan las portadas de los medios, pero sin duda contribuyen al crecimiento del país mejorando la calidad de vida y salud de sus habitantes. Los niveles de productividad de un país se ven claramente influenciados de manera positiva cuando se le da espacio a la innovación y ésta va en evidente crecimiento.
Creo que la innovación no es otro factor más a considerar en la ecuación del crecimiento, sino que es el principal motor de la transformación productiva.