Aprendiendo de la crisis
Camila Sánchez Lecaros Directora Emprendemos +
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Camila Sánchez
Si hay una realidad incuestionable y penosa por estos días, es que los emprendedores y pymes han sufrido tremendos reveses en sus ventas debido al estallido de la crisis social chilena. Se estima que más de seis mil pymes (Ministerio de Economía) han sido afectadas y muchas de ellas proyectan nulo o muy bajo crecimiento para octubre, con un panorama futuro muy incierto. De ellas depende una gran cantidad de empleos que están en la cuerda floja. Los emprendedores se están quedando sin oxígeno, se sostienen de la venta diaria en forma vital para subsistir, porque a diferencia de una empresa más consolidada, no logran “aguantar” más de un mes sin los ingresos proyectados.
Pero si hay algo que caracteriza al emprendedor es su capacidad de resiliencia, de búsqueda de soluciones. La necesidad nos empuja a desarrollar la creatividad y nuestro mayor esfuerzo, para encontrar diferentes formas de salir adelante. Y creo que estas situaciones extremas llevan al emprendedor al límite y, a pesar de que significa enfrentarnos a nuestros peores miedos y angustias, nos obligan a reestructurarnos y aprender a la fuerza. A programar estados de crisis que no tenemos normalmente presupuestados, a prevenir y ordenar.
Quise adentrarme y conocer cómo algunos han ido navegando la sinuosa tormenta y me enteré que no todos tiraron la toalla, sino que por el contrario, se concentraron en buscar nuevas formas de operar. La fidelización al cliente, entregar la mejor atención, han sido recursos mejor aprovechados. Cambiar las estrategias de venta, ya sea haciéndole más fácil la entrega de productos o servicios al cliente, como de frentón cambiar y agregar valor al producto mismo.
La experiencia en sí puede ser angustiosa, pero ha servido para replantearse los métodos de trabajo. Ha servido para comprobar que el mercado es volátil. Las empresas han debido analizar qué es lo que están ofreciendo y si se ajusta a un consumidor que está sujeto a cambios en su comportamiento. Varios emprendedores optaron por empoderarse de los valores propios de sus marcas, reestructurar su valor agregado y aprender a re-encantar a su público objetivo. Buscaron formas de colaboración entre los mismos emprendedores, surgieron líderes y ayudas colaborativas.
Otros encontraron diferentes canales y formatos de venta, multiplicando ideas nuevas que nunca habían probado, le pusieron atención a un marketing que no habían fortalecido antes, y mejoraron muchos aspectos antes postergados. Incluso escuché a una dueña de pyme decir que la actual situación “ha sido la mejor enseñanza en mi vida de emprendedora”.
A fin de cuentas, no todo ha sido malas consecuencias, porque muchas pymes han aprendido que, si la situación no las hubiese expuesto al límite, tal vez no habrían experimentado. Me queda claro que si el emprendedor —esforzado por la fuerza o por convicción— aprovecha de sacar lo bueno de cada experiencia para crecer, sobrevive a la crisis.