Cambio cultural y otro Chile
CARMEN GLORIA LARENAS Directora general del Teatro Municipal de Santiago
El mundo vive profundas transformaciones en ámbitos sociales, políticos y económicos. Un duro cuestionamiento a la élite, demandas por mayor participación en la toma de decisiones, horizontalidad en las organizaciones y una exigencia de líderes conectados y cercanos. Esta y otras expresiones se han manifestado también en Chile después del estallido social y quedaron plasmadas en la última elección.
Este cambio cultural está lejos de ser parte de un proceso explosivo y temporal. Viene gestándose hace años, en diversas partes del mundo, por miles de personas que comenzaron a cuestionar a quienes habían elegido para que los representaran. Son ellas las que hoy se hacen presentes, ya no como meros asistentes a un espectáculo artístico ajeno, sino como actores que viven en carne propia su desenlace.
¿Qué espacio juegan las expresiones artísticas en este nuevo escenario? Mientras la política es el catalizador de los proyectos, ideas, sueños e incluso miedos de las personas, la cultura los transforma en manifestaciones vivas. Mientras los nuevos movimientos políticos diseñan un futuro para sus votantes, la cultura inmortaliza estos procesos en tela, piedra, teatro, música o danza. Ambos se retroalimentan de las personas, algunas veces como espectadores o artistas, otras como electores y autoridades. Son las propias personas las que, al final, evalúan los efectos de éstos en su vida.
Desde el Teatro Municipal de Santiago hemos trabajado con esto en mente. La pandemia nos dotó de plataformas para entrar a los hogares de todo Chile con música, danza, canto y así acompañar el encierro con una ventana de libertad. Entendemos nuestro rol no como un espacio físico exclusivo con muros centenarios, sino como un actor social y cultural que se debe a las personas y a su entorno, que busca democratizar la cultura porque es clave para el desarrollo y bienestar de todo un país. Somos una organización viva, donde disentimos, buscamos acuerdos, nos escuchamos, colaboramos y avanzamos, con esfuerzo y convicción.
Las carencias económicas las hemos atenuado con creatividad; hemos potenciado el sentido de trascendencia enfocándonos en la sociedad y en nuestra misión con ella. Hemos potenciado las redes sociales con el objetivo de construir un tejido social en torno a la cultura, donde los amigos o seguidores son personas de carne y hueso que aman el arte e interactúan físicamente en torno a él. Nuestra verdadera misión es seguir ampliando el acceso a la cultura, desde la conectividad que nos brinda la red y también desde la vivencia presencial, apenas esta pueda ser posible.
Chile no es de una vereda política o de otra; no es de la derecha o de la izquierda. Chile somos todos juntos. Y la cultura, qué duda cabe, puede construir esos puentes valiosos que nos permitirán cruzar un río con un gran caudal de preguntas e incertidumbre. Más que divididos o atrincherados, hoy debemos estar unidos pese a nuestras diferencias, porque ese es el verdadero cambio cultural que vive nuestro país para así seguir construyendo nuestra historia.