Calidad de la política y nuevo retiro previsional
Enrique Manzur Mobarec Ph.D Vicedecano Facultad de Economía y Negocios Universidad de Chile
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Enrique Manzur Mobarec
Habiendo transcurrido poco más de tres meses desde la aprobación del retiro del 10% desde las cuentas de capitalización individual, hoy avanza, con apoyo transversal, una moción para realizar un segundo retiro. Ello ocurre a pesar de que muchos parlamentarios fundamentaron de manera vehemente su apoyo a la propuesta inicial señalando que se trataba de una situación absolutamente excepcional y afirmando que se realizaría por única vez.
Aparentemente en pocos meses el compromiso expresado se desvaneció o, lo que es peor, quizás nunca existió y fue sólo parte de la estrategia retórica para lograr el objetivo del momento. En ambos casos, la confiabilidad de nuestra clase política vuelve a quedar en entredicho. Nada nuevo si se considera que desde hace varios años el Congreso y los partidos políticos han ido perdiendo la confianza de la ciudadanía. Lo que quedó claramente reflejado en el masivo apoyo a la Convención Constituyente por sobre la opción Mixta.
La desconfianza de la población en los partidos políticos le hizo preferir la esperanza de estar representada por ciudadanos comunes y corrientes en vez de por políticos experimentados. Sin embargo, es poco probable que en la práctica ello ocurra, pues en las democracias representativas son los partidos los que tienen las estructuras, experiencia e incentivos para ocupar los espacios de poder que se generan.
Es justamente por ello que los países para progresar necesitan contar con políticos responsables, preparados y que prioricen el bien común de largo plazo por sobre los intereses particulares y las miradas cortoplacistas. Eso es lo que le está faltando hoy a nuestra clase política y la contradicción en esta materia es evidente: mientras muchos parlamentarios promueven un nuevo retiro desde los fondos previsionales, los mismos parlamentarios siguen dilatando la reforma que asegure la viabilidad de las pensiones en el largo plazo.
Lo anterior, a pesar de que hace años existe consenso técnico que la tasa de cotización del 10% es absolutamente insuficiente para asegurar pensiones dignas y que es imperativo aumentarla de forma gradual, ello independiente de que dichos recursos vayan a cuentas individuales o solidarias y que sean administrados por las AFP u otros organismos.
Adicionalmente, si bien el primer retiro se podía justificar por la severidad de la crisis, su efecto positivo en la percepción de propiedad de los recursos por parte de los cotizantes y por su gran alcance (más de 11 millones de cotizantes podían acceder), hoy la situación es distinta. El escenario económico actual es menos malo que hace tres meses y la mayoría de los cotizantes ya internalizaron que los fondos son de su propiedad. Además, alrededor de dos millones de beneficiados ya quedaron sin saldo en sus cuentas y por ende no se beneficiarían de un nuevo retiro, aumentando con ello la regresividad de esta nueva medida.
Por último, se debe recordar que una característica de la conducta humana es la tendencia a privilegiar el presente en desmedro de un futuro que se percibe como distante y ajeno, por eso en todo el mundo el ahorro previsional es obligatorio. Por ello, no debiera sorprender que la mayoría de las personas manifieste estar a favor de medidas como esta, el desafío para la clase política es canalizar estas demandas a través de soluciones que aseguren el bien común de largo plazo.