¿Autopréstamo o autogol para la economía?
MAURICIO VILLENA Decano Facultad de Administración y Economía UDP
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MAURICIO VILLENA
Mientras el gobierno francés reveló planes largamente esperados para subir la edad de jubilación de 62 a 64 años (parte de los cambios al sistema de pensiones que prometió en campaña el Presidente Emmanuel Macron), Chile en cambio discute un proyecto de autopréstamo de fondos previsionales.
La iniciativa, que acaba de rechazarse en la Comisión de Constitución de la Cámara, se basa en tres propuestas: dos que planteaban que afiliados puedan autoprestarse el 100% de su saldo acumulado, sin tope y con la única restricción de no tener otro autopréstamo vigente; y otra en que sólo trabajadores activos podrían obtener el beneficio, con un máximo de 15% acumulado en su cuenta de capitalización individual.
“Sorprende la indolencia de los legisladores ante las potenciales consecuencias de sus propuestas para la estabilidad macro financiera, advertidas transversalmente por los expertos”.
De aprobarse esta iniciativa, como correctamente señaló el ministro de Hacienda, Mario Marcel, afectará gravemente la estabilidad macro financiera de la economía chilena: su impacto en el peor caso equivaldría a un retiro de 100% de los fondos previsionales. Entre los principales efectos negativos, se puede prever un aumento en la inflación, encarecimiento del crédito, aumento de las tasas de largo plazo, impacto negativo en el precio de los activos chilenos y la rentabilidad de los fondos previsionales, y gran presión para la sustentabilidad fiscal del país, tanto por el potencial alza de intereses como por un mayor gasto en pensiones.
Asimismo, el superintendente de Pensiones, Osvaldo Macías, señaló que la propuesta más acotada (autopréstamo de 15%) involucraría un retiro de US$ 22.405 millones de los fondos de pensiones como máximo, cifra superior a cualquiera de los retiros anteriores, un 13,5% del patrimonio de los fondos a noviembre. Con un autopréstamo de 100%, la cifra llega a US$ 168.559 millones, un 58,7% del PIB, lo que claramente afectaría la estabilidad financiera del mercado de capitales.
Además del impacto del proyecto, se debe notar sus falencias de diseño: no establece un mecanismo de reintegro o cobro, lo que reduce la probabilidad real de retorno de los fondos; tampoco limita la edad para el autopréstamo, con lo que personas cercanas a jubilarse verían reducidas sus posibilidades de devolver sus fondos y, por tanto, podrían recibir pensiones más bajas.
Los retiros previsionales de la pandemia ya mostraron efectos negativos y duraderos en las variables señaladas, con impacto predominante en población de menores ingresos. Sorprende la indolencia de los legisladores ante las potenciales consecuencias de sus propuestas, advertidas transversalmente por expertos en el área. Ciertamente, estas políticas cortoplacistas y populistas no se condicen con los intereses de largo plazo del país y su gente.
Qué contraste más grande con Francia, donde Macron ha apostado su liderazgo y capital político para mejorar las pensiones de manera sostenible, minimizando el impacto en la economía, a través del alza de la edad legal de jubilación. Son políticas públicas que, aunque en el corto plazo sean impopulares y resistidas en el fragmentado Parlamento francés y por los sindicatos, sí buscan el bienestar de largo plazo de la población, y no el aplauso fácil.