Agua que no has de beber, no la dejes correr
Agathe Porthe Directora de empresas
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Agathe Porthe
Este invierno en Chile, alterado por eventos de intensas lluvias, da una errónea sensación que existe una tregua en la crisis hídrica del país. Sin embargo, este fenómeno más que generar alivio, debería provocar más que nunca un sentido de urgencia.
Urgencia porque, por su carácter extremo, causa enormes daños por inundaciones, desbordes, deslizamientos de tierra, con todos los dramas humanos y económicos que conllevan. Urgencia porque sigue faltando la infraestructura necesaria para estar preparados contra ellos, mitigarlos y, sobre todo, aprovecharlos.
“Las intensas lluvias invernales no se aprovechan mejor reteniéndolas con nuevos embalses -que son un desastre desde el punto de vista social, ambiental y económico-, sino almacenando el agua en los mismos acuíferos mediante la implementación de sistemas de infiltración artificial”.
¿No son suficientes los múltiples estudios, informes, mesas de trabajo, consejos y comisiones, para tener claridad sobre lo que corresponde hacer con urgencia?
¿Al ser el agua un bien nacional de uso público, no es indispensable que las autoridades se pronuncien, de una vez por todas, sobre una estrategia hídrica nacional concreta y precisa, junto con un plan de acción a corto, mediano y largo plazo respecto a sus etapas de implementación, sus metas, el impacto esperado y la inversión requerida?
En esta estrategia, es de esperar que el recurso hídrico sea tratado holísticamente, es decir, no sólo por su rol para satisfacer necesidades humanas, agrícolas o industriales, sino como actor imprescindible en la lucha contra el cambio climático, porque no existe mejor arma en esta lucha que usar el agua para reforestar.
Reforestar con la gran diversidad de especies endémicas de raíces largas. Estos árboles plantados de forma sostenible purifican el aire y el agua, recargan las napas, protegen y fertilizan el suelo, regulan el clima. En resumen, crean el ciclo ecológico virtuoso a largo plazo. De ahí la necesidad de poner a los acuíferos en un foco de máxima atención.
No es por nada que la UNESCO y el Banco Mundial acuerdan decir: “El enorme potencial de las aguas subterráneas y la necesidad de gestionarlas de forma sostenible ya no pueden seguir siendo ignorados”. Entonces, en este contexto y dada la urgencia, ¿cómo deberían ser aprovechadas las intensas lluvias de los inviernos?
Ciertamente no reteniéndolas con nuevos embalses, que son un desastre desde el punto de vista social, ambiental y económico, además de requerir plazos astronómicos de implementación (más de 18 años). Sí almacenándola en los mismos acuíferos gracias a la implementación de sistemas de infiltración artificial, por ejemplo, usando gaviones, una técnica sencilla de presa filtrante, que permite la recarga de aguas superficiales a las napas subterráneas, sin perjudicar el curso aguas abajo de los ríos.
Hace años que deberían estar implementadas soluciones basadas en la naturaleza y ancestrales, porque son de bajo costo, de alto impacto social y ambiental, además de tener un corto plazo de implementación. La genialidad siempre está en la sencillez. Lo dice con mucha sabiduría este proverbio griego: “Una sociedad se hace grande cuando los ancianos plantan árboles a cuya sombra nunca se sentarán”.