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Opinión

China: ¿fiesta en 2013 y crisis desde 2015?

Leonardo Suárez

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 22 de enero de 2013 a las 05:00 hrs.

Hace algunas semanas nos embarcamos en un viaje a China para dimensionar la magnitud de la reaceleración económica que vislumbrábamos y la contrastar aquello con las cifras entrega China. En 2006 realizamos un ejercicio similar, pero la sensación térmica con la que nos encontramos en esta ocasión fue distinta. Fuimos a Shanghai y Beijing y hoy China está más cara -en dólares- que hace seis años, por lo que ya no es tan competitiva.



¿Y qué pasa con el apetito del gigante por los commodities? “El crecimiento de la demanda china por cobre y hierro ya es historia. Ello no seguiría ocurriendo en el futuro”, nos dijo un ejecutivo del NDRC en Beijing. Y hoy hay un nuevo gobierno chino que haría inversiones más eficientes, en desmedro del gasto en “elefantes blancos”. De hecho, en 2011-2012 el consumo de cobre en China se expandió en tan sólo 4,8% anual, mientras que el PIB chino creció 8,5% anual.

En el mejor de los escenarios, China crecería 7% anual promedio en los próximos ocho años, pero -en ausencia de crisis- la demanda por cobre crecería tan sólo 4,0%-4,5% anual, menos que su PIB. Afortunadamente para Chile, el menor crecimiento de la demanda china por cobre en 2013 y 2014 sería contrarrestado por la debilidad de la oferta cuprífera global, lo que mantendría su precio entre 
US$ 3 y US$ 4/libra en este año y el próximo.

China se reaceleraría en 2013, con lo que estimularía aún más su burbuja inmobiliaria. Un departamento de 100 M2 en un buen barrio de Beijing o Shanghai, puede llegar a costar US$ 2 millones. ¡Eso es burbuja!, no la rezagada alza del precio de los bienes raíces que estamos viendo en Chile.

Hoy el retorno del capital en China es menos de la mitad que el histórico, por lo que la reaceleración del crecimiento económico en 2013 estimularía aún más el aumento de la deuda empresarial -hoy en 122% del PIB, inconsistente para una economía de US$ 6.000 per cápita-, lo que en 2015-2020 desencadenaría una nueva crisis asiática, con epicentro en Beijing.

De concretarse esta crisis, el yuan se devaluaría significativamente y se gatillaría una crisis financiera global de magnitud superior a la crisis asiática y a la financiera de 2008. Aquello desataría una significativa recesión mundial que derrumbaría el precio del cobre, en medio de un repunte de la oferta global del metal rojo. El precio del cobre caería de los 
US$ 2,0/libra en este escenario.

Para impedir la crisis, el desafío del nuevo gobierno chino es garantizar un difícil y gradual aterrizaje de la inversión fija desde 48% a 40% del PIB en los próximos diez años. Pero por ahora, la economía y la deuda china volverían a volar en 2013. El buscado y necesario aterrizaje del crecimiento del PIB potencial chino desde 9% a 7% anual podría ser insuficiente para garantizar la estabilidad.

Por ahora, el mayor crecimiento chino de este año estimularía la apreciación del yuan y en Chile, el precio del dólar se acercaría a los 
$ 460 este semestre, nivel en el cual el Banco Central intervendría.

La administración Piñera terminaría su mandato con una fiesta en la demanda interna, del empleo, de las cuentas fiscales, del peso chileno y del precio de los bienes raíces. La bolsa chilena está “fair value”, pero cabe esperar que en 2013, el IPSA suba al mismo ritmo que las utilidades de las empresas en este año.

Sin embargo, hoy es pertinente construir posiciones en dólares, dadas las expectativas de intervención cambiaria o bien, a causa de la amenaza de internalización de expectativas de deterioro de la situación financiera en China desde 2014-15. Esta crisis sorprendería a Chile con un exceso de gasto privado y un déficit en cuenta corriente superior al 7% del PIB, por lo que el shock externo nos obligaría a pagar la cuenta. Y con creces.

En Chile, la confianza de los inversionistas se destruiría, el dólar podría subir de los $ 700, la demanda interna se derrumbaría, el empleo bajará, la bolsa y las utilidades de las empresas caerían (y algunas empresas perderían dinero) y dejaremos de hablar de “burbuja inmobiliaria”.

El desafío de los inversionistas, de las compañías, del Banco Central y del próximo presidente de Chile -sea quien sea- será tomar medidas en el próximo quinquenio, para mitigar la magnitud de la recesión que originaría este shock externo en nuestro país.

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