Ley de Pesca
Señor Director:
La columna de opinión con el título "Las bolsas de valores y la Ley de Pesca", escrita por el presidente de la Sociedad Nacional de Pesca (Sonapesca), Francisco Orrego, y publicada en la edición del lunes 13 de septiembre, tiene gruesos errores.
Por una parte, tergiversa y edita intencionalmente la cita del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia que estimó que si bien desde el punto de vista de la libre competencia, no era estrictamente necesario implementar las licitaciones, contrariamente a la tesis planteada por Sonapesca, no las descartó como nocivas. Por el contrario, estimó que podía haber otros fines de política pública que justifiquen su adopción. De hecho, la ley de pesca las incorporó con el objeto de introducir competencia en el sector. El proceso hoy en marcha hará las licitaciones obligatorias y en un porcentaje suficiente para que cumplan su objetivo. Sonapesca se opone a esta corrección solo porque limita sus privilegios.
Por otra, el señor Orrego omite que el 100% transacciones de cuotas que menciona han sido entre los mismos actores industriales de siempre y que en el sector no ha habido nuevos entrantes desde el 2001. Finalmente, dice que Lota Protein es una empresa extranjera, cuando en realidad es una empresa chilena de capitales extranjeros, como varias de las socias que integran Sonapesca.
Simón Gundelach, Gerente General, Lota Protein S.A.
¿Es el patriotismo una virtud?
Señor Director:
Los antiguos no dudaban que el patriotismo era una virtud, el que integraban junto a la piedad y al respeto por los padres, sus ancestros e incluso sus divinidades.
Sin embargo, ¿cuál es el sentido del patriotismo en la actualidad? Me parece que la clave para que el "patriotismo" recupere su condición virtuosa está en comprenderlo, no como un deber autoimpuesto de proteger la nación, sino como un sentimiento de gratitud y de dependencia.
Este patriotismo que nace del re-conocimiento se opone a los nacionalismos irracionales y puede muy bien coexistir con la apertura al mundo. Su criterio es el amor, no el odio. No es algo exclusivo y excluyente, sino que quiere que otros puedan participar de él, o al menos, intenta que otros también puedan gozar de su propia patria.
La contingencia avala mucho de lo señalado. El sufrimiento de todos aquellos que han sido despojados de su tierra, atestigua justamente el valor de lo perdido. Ellos sólo quieren volver a vivir en la tierra de sus padres en paz. Este es un tiempo, también, para que en Chile podamos revalorar y cuidar lo mucho que tenemos: heredamos de nuestros padres un hogar-patria; esta casa común es nuestro mejor y más precioso patrimonio.
Ignacio Serrano del Pozo, Director Centro de Estudios Tomistas. Universidad Santo Tomás