Señor Director:
Cuando un gobierno democráticamente elegido asume el poder y la dirección del Estado, tiene un programa de gobierno en el que se encuentran claramente definidas las directrices a las que apuntaran las políticas públicas en todo orden de materias. Cuando un gobierno democraticamente elegido se ve obligado por fuerzas de facto a modificar sobre la marcha su programa de gobierno, no cabe duda que la situación es grave. Que los grupos de presión operen dentro de un marco de legitimidad democrático planteando sus inquietudes y necesidades es algo no solo normal sino esperable, sin embargo creo ver en las intransigentes exigencias estudiantiles un afán que va más allá del puro interés por mejorar sus condiciones como grupo, una suerte de oscura motivación política que busca la completa desestabilización del gobierno.
Cuando un gobierno se ve forzado por fuerzas antagónicas a modificar su programa de gobierno para satisfacer necesidades y exigencias absolutamente impracticables en el corto plazo como lo es la educación gratuita, sin duda que se está dando un golpe artero a la democracia, que de no ser controlado a tiempo desbordará en un movimiento inmanejable que pondrá a Chile en una crisis sólo comparable al de la Unidad Popular. La educación gratuita pudiera parecer una exigencia legítima, pero pretender que se concrete de inmediato, negociando con un revolver sobre la mesa es absolutamente inaceptable. La educación gratuita no se financia ni con leyes ni con buenas intenciones. Se trata de un proceso que debe realizarse en un periodo de tiempo razonable que permita primero que nada autofinanciarse y asegurar estándares de calidad que desgraciadamente no se aprecian en otros países que como Argentina, han implementado este sistema con resultados simplemente lamentables.
Tomás Langdon G.
Señor Director:
Me pregunto si hay que llegar a ser ministro de Economía para poder descubrir y luego “comentar” horrorizado en conferencias de prensa que existen diferencias “inexplicables” y “escandalosas” en los precios de la salud...
Ignacio Garay P.
Señor Director:
En la edición de ayer, el señor José Antonio Guzmán aparece en una nota de prensa desmintiendo lo afirmado por quien suscribe esta nota en el sentido que el monto de las pérdidas de las AFP en el período abril y septiembre de 2011, no ascendería a US$ 25.000 millones. Al respecto, me permito aclarar que no se trata de una cifra antojadiza ni menos aún creación propia, sino una cifra oficial entregada por la Superintendencia de Pensiones y publicada por algunos medios de comunicación. Lo anterior incrementa mi preocupación al observar las diferencias entre regulador y regulado constatando que no existe claridad respecto de las pérdidas temporales de los fondos de pensiones y llamo a que tomen contacto a fin de no seguir induciendo a error a los millones de cotizantes en un tema tan relevante como el resultado de las inversiones de los fondos de pensiones.
Felipe Harboe Bascuñán
Señor Director:
Con toda la violencia que hemos visto en estos últimos tiempos ruego no rebajar más el estatus de los indigentes con el espantoso eufemismo “situación de calle”.
Gabriel Guiloff