Transparencia al Valor Agregado
Señor Director:
Es interesante que en Chile no exista una cultura verdadera de cuidado y reclamo individual frente a los impuestos, más que el interés por las ofertas políticas de aumentarlos para financiar leyes intervencionistas. Menos aún la conciencia en los tributos indirectos pagados en cosas sencillas. Naturalmente, debido a la invisibilidad de los impuestos en cada boleta al comprar un libro, una cerveza, e incluso en un helado, la respuesta de indiferencia estará en cada individuo al querer a conocer cuánto de su bolsillo irá a parar a los sueldos del Estado, mantener los privilegios o exigir su reducción por ineficiencia.
La autoridad nunca se ha preocupado de transparentar esta realidad existente en las normas sobre “impuesto a las ventas y servicios”. Pero ante la inexistencia de un cambio, las cifras en cada compra se perderán en la oscuridad tributaria.
En la actualidad existe una moción (boletín n° 9473-03) que si bien, impone una carga de trabajo adicional a los establecimientos comerciales de realizar este ejercicio de separar el valor agregado de la expresión del precio, podría ayudar en incentivar a la sociedad a salir de la nebulosa impositiva para debatir sobre los obstáculos burocráticos, la conducta inmoral de sus funcionarios y del abuso fiscal de los gravámenes. Lamentablemente, por disposición del reglamento de la Cámara de Diputados (art. 17) y como no es prioridad del Estado, este proyecto se archivará en junio de 2016 en razón de que la Comisión de Economía, Fomento y Desarrollo no se ha pronunciado respecto del proyecto de ley.
Sebastián Espíndola Yáñez
Investigador de la Fundación Ciudadano Austral
El dinero y el poder
Señor Director:
Nuevamente nuestros honorables diputados se han vinculado con un escándalo relacionado con “anticipos” de su dieta parlamentaria. Los indignados de siempre no dudarán en criticar al “modelo neoliberal y su egoísmo” o “la institucionalidad de Pinochet” para explicar estas irregularidades que se cometen al interior del mundo político.
A todos nos gustaría estar en el Edén: Los políticos preocupados de los ciudadanos, los ciudadanos atentos a la cosa pública, transparencia de los organismos políticos, etc. Pero no estamos ahí, nuestro interés por ser Dios nos valió la expulsión del Paraíso, el hombre como tal no duda en hacer lo incorrecto si le sirve para conseguir su fin, en la mayoría de los casos, también incorrectos. Los políticos son hombres como usted o como yo; tienen hambre, sueño, se aburren, se ríen, piensan, etc. El político no es alguien dotado de algún don para gobernar, incluso, la moderna democracia hasta cierto punto potencia que gobiernen los hombres menos virtuosos. El político se puede equivocar, e incluso, utiliza la política para dañar (¿no es el Estado por su naturaleza una organización dañina para el orden social?).
Entonces, si el político es humano ¿usted cree que la solución a la corrupción es darle aún más poder?
Si a usted -esto es dirigido especialmente a los “progresistas”-, le importa tanto terminar la corrupción, no de más poder al corrupto, quítele poder, no le tire más bencina al fuego si lo quiere apagar.
Si los políticos con el dinero de ahora cometen irregularidades ¡no crea que dandole más va a parar! El gasto público mientras más alto es más incentivos perversos crea para la corrupción y el despilfarro. Las comisiones de ética y grupos de expertos (que los mismos políticos crean) pueden crear muchas normas pero no cambiaran la débil naturaleza humana.
La única forma de minimizar la corrupción es con una institucionalidad que diga basta a la inflación legislativa y el despilfarro. La única forma de minimizar la corrupción es quitando la herramienta de los corruptos, su abundante poder y dominio sobre la violencia y su dinero.
Jaime Tagle Domínguez
Irónico quiasmo
Señor Director:
Cuando el cobre está bajo nos acordamos de la ciencia. Si nos hubiéramos acordado de la ciencia antes, no nos acordaríamos del cobre.
Gabriel Guiloff