Señor Director:
La forma en que la Nueva Mayoría se opone a las iniciativas parlamentarias, los incesantes conflictos laborales extendidos más allá de la prudencia, las continuas críticas a todo lo que provenga del gobierno y sus partidarios y la arremetida actual contra el presidente Piñera por el tema de las Cascadas, sin duda obedece a una estrategia electoral para desprestigiar al oficialismo en todos sus frentes, con un lamentable costo para todo el país. Esto nos recuerda lo que decía el Che Guevara: “Al enemigo hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego; hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite. Entonces su moral irá decayendo”.
Jaime Jankelevich W.
Señor Director:
Las inequidades sociales y la pobreza son los factores de riesgo más nocivos para la salud de la población, y su efecto se manifiesta desde las edades más tempranas, se reproducen en la vida adulta y se transmiten de generación en generación.
Las evidencias científicas reportan que existe una asociación entre la brecha de ingresos entre ricos y pobres con la tasa de mortalidad y con problemas de salud física y mental, lo que afectan las trayectorias de vida de las personas, en términos de posibilidades y oportunidades. La condición de mayor vulnerabilidad social se asocia a mayores niveles de estrés y ansiedad de la madre antes y durante el embarazo y, como consecuencia, mayor incidencia de prematuridad, bajo peso al nacer, destete precoz, deficiente calidad del cuidado del niño, mayores tasas de rezago, retraso del desarrollo infantil, déficit atencional e hiperactividad, problemas del lenguaje, deficiente competencia social y del comportamiento del individuo para toda la vida.
Como sociedad y en víspera de las elecciones presidenciales, confío en que aspiremos a un Chile mejor, donde las políticas y estrategias prioritarias de salud cuenten con modelos de trabajo sistémico, interdisciplinario e intersectorial, con el fin de fortalecer un sistema de salud centrado en las personas y en sus derechos como una responsabilidad del Estado.
Estela Arcos
Académica Facultad de Enfermería U. Andrés Bello
Señor Director:
Hoy existe una brecha importante entre el nivel de conocimiento que se requiere para que un profesional se desempeñe adecuadamente y la base o especialización con que ingresan las personas a las empresas, donde mucha gente que dice ser experto en ciertos temas técnicos, al momento de ponerlo en práctica, se evidencia la falta de entrenamiento y formación.
Las certificaciones en el área TI cubren el gap que existe entre lo teórico de las universidades y lo práctico laboral, pues las primeras no están cubriendo los aspectos en terreno que necesita un profesional. Además, el costo de los cursos formales y la baja cobertura SENCE para los cursos técnicos, no ayuda al desarrollo y formación de profesionales. Por tanto, en algunos casos, las certificaciones pesan más que un cartón universitario.
Asimismo, cada vez es más frecuente que, para abordar nuevos negocios, se evalúen no sólo la trayectoria y metodología de una empresa, sino también los equipos de profesionales que participarán en los proyectos o servicios. En esa línea, presta mayor relevancia contar con gente certificada por algún organismo externo.
En ese contexto, tenemos un desafío importante que abordar y del cual hacernos cargo, si queremos ser más competitivos a nivel global y regional. Esto, porque entre los beneficios de las certificaciones de profesionales están los relacionados a mejoras en el rendimiento de los equipos de trabajo, aumento en la empleabilidad al existir un compromiso y plan por parte de la empresa de apoyo a la certificación, y una mayor confianza en los clientes al asignar a proyectos y servicios personal calificado.
Juan Carlos Durán
Gerente de Desarrollo de Tecnova