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El pluto-populismo del presidente Donald Trump quedó al descubierto

Por: | Publicado: Miércoles 3 de mayo de 2017 a las 04:00 hrs.
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Los primeros 100 días de la presidencia de Donald Trump han traído buenas y malas noticias. La buena nueva es que, aunque caóticamente, está gobernando más como un republicano ortodoxo post-Reagan de lo que se esperaba. La mala noticia es que está gobernando más como un republicano ortodoxo de lo que se esperaba. Esto ahora parece cierto en todos los principales ámbitos políticos, tanto domésticos como internacionales. Esto es claramente cierto en política económica.

La idea de reconstruir la infraestructura de EEUU se ha desvanecido. El proteccionismo comercial parece poco entusiasta. Pero la desregulación es aún un objetivo. Lo mismo sucede con la reforma tributaria, con la combinación familiar de obsequios sin fondos y el pensamiento mágico sobre los déficits. Las políticas de Trump se parecen más a las de Reagan pero desde un punto de partida más desfavorable.

Al anunciar la reforma tributaria, la Casa Blanca reforzó la experiencia con esta administración en un aspecto esencial. Es difícil pensar en otro gobierno que pudiera publicar reformas radicales del sistema tributario en un documento de una página tan esquemático como éste.

Sería ridículo si no fuese tan perjudicial para la reputación de EEUU en la formulación de políticas competentes. El plan debe estar muerto a su llegada al congreso, en gran parte porque no está vivo en primer lugar.

La página única publicada la semana pasada por la Casa Blanca contiene, sin embargo, ideas muy similares a aquellas anunciadas por el candidato Trump. Esto nos hace posible regresar al análisis publicado por el Centro de Políticas Tributarias (TPC, su sigla en inglés) en octubre. Aunque tenemos pocas razones para esperar que se promulgue un plan como éste, el análisis anterior nos ayuda a comprender hasta qué punto el punto de partida de la administración sigue estando lejos del sentido común en política fiscal.

Efectos del déficit fiscal

Empecemos con los efectos del déficit fiscal. Según el TPC, el plan elevará el déficit federal (incluso después de permitir efectos macroeconómicos beneficiosos) en un poco menos de 3% del Producto Interno Bruto (PIB) mientras siga en vigor. Pero, según el Fondo Monetario Internacional, EEUU ya está sufriendo un déficit estructural del gobierno general de 4% del PIB, que se prevé aumente a poco menos de 6% del PIB a principios de 2020.

Con la adición de los recortes de impuestos propuestos, un déficit estructural de la administración pública de más de 8% del PIB podría emerger en 2020. Esto podría causar un aumento explosivo de la deuda. No debe permitirse que esto ocurra, particularmente debido a que la deuda gubernamental neta general de EEUU ahora supera el 80% del PIB, por encima del 45% de antes de la crisis y muy por debajo de cuando Reagan llegó al poder.

El déficit estructural necesita ser reducido, no incrementado. Sin embargo, este impulso fiscal no está destinado a ser temporal y también se produciría en momentos en que el desempleo es de 4,5% de la fuerza laboral. Sería de la clase incorrecta, en el momento incorrecto.

Sus defensores sugieren, en respuesta, que el plan podría pagarse por sí solo, a través de un incremento de la actividad. Dada la baja tasa de desempleo, esto parece poco probable. Sin embargo, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, ha sugerido que, en combinación con otras políticas administrativas, el recorte de impuestos podría aumentar la tendencia de crecimiento de EEUU a 3%, desde la actual ligeramente por debajo de 2%.

Dicho aumento en el crecimiento podría ayudar. Pero es muy improbable, según las razones explicadas por Jason Furman, ex presidente del Consejo de Asesores Económicos. Para que ello suceda, argumenta, estaría lejos de ser suficiente para que el declive de la participación de la fuerza laboral se revierta.

También será necesario un aumento en el crecimiento de la producción por hora desde el 1,2% alcanzado en la última década hasta el 2,8%. Esa tasa de crecimiento de la productividad ha sido extremadamente extraña en el pasado, durante un período de tiempo prolongado. Sería una locura de las autoridades simplemente asumir que esto ocurrirá.

Idea muerta

La pregunta entonces es si estos enormes recortes de impuestos podrían compensarse en otros lugares. El ajuste del impuesto fronterizo al impuesto de sociedades ahora parece ser una idea muerta. Así que la única solución serían grandes recortes de gastos.

Reducir el gasto en, digamos, 2,5% del PIB significaría un recorte del gasto federal en cerca del 12%. Pero cerca del 90% de ese gasto está dirigido a defensa, salud, seguridad de ingresos, beneficios para veteranos, seguridad social e intereses. Bajo la suposición de que estos asuntos serán protegidos, cada otro ítem del gasto federal tendría que ser eliminado. El gobierno federal, en muchas áreas, desaparecería.

Las propuestas tributarias también parecen asombrosamente regresivas. Según el análisis del TPC, el 0,1% superior de la distribución de ingresos podría recibir un recorte promedio de impuestos cercano al 14,2% de los ingresos después de impuestos, mientras que los hogares de ingresos medios recibirían una reducción tributaria promedio del 1,8%.

Entre los cambios sorprendentemente regresivos estaría la derogación del impuesto mínimo alternativo, de los impuestos a las herencias y las enormes reducciones de las tasas del impuesto de sociedades, incluidas las denominadas empresas intermedias. A los que lo tienen habrá que darles. Esa es la doctrina de Trump. También es la vieja doctrina republicana del goteo en la forma más pura.

Trump no es diferente

Trump ganó la nominación prometiendo ser un tipo diferente de republicano. No lo es. Lo que ha logrado es hacer el “bait and switch” más evidente. Los republicanos post-Reagan llegaron a la base con campañas sobre asuntos culturales, al tiempo en que legislaban para el 1% superior. Eso es “pluto-populismo”. Trump añadió gasto en infraestructura, comercio proteccionista y respaldo para Medicare y la seguridad social. Pero también planea gobernar para el 1% más rico.

El pluto-populismo es muy eficaz políticamente. Pero funciona al hacer a la base más enojada y más desesperada. Eso es jugar con fuego político. La república puede sobrevivir a Trump. Pero, ¿qué viene después?

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