Las siete claves para entender el fenómeno Narváez
Este jueves, el PS la proclamó como su candidata presidencial. Las mujeres y los jóvenes son su punta de lanza de esta candidatura, que la ex ministra no teme en definir como feminista. La reunión de 2019 en que Montes la animó a postularse a La Moneda, la influencia de su padre empresario y las dudas sobre la vigencia del bacheletismo, crucial para que su apuesta prenda en el electorado.
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A fines de 2019, luego de las revueltas sociales de octubre, Paula Narváez (Osorno, 1972) viajó a Chile desde Panamá, donde trabajaba en ONU Mujeres. Fue cuando la ex ministra vocera del segundo Gobierno de Michelle Bachelet sostuvo un encuentro importante: un grupo de militantes socialistas, liderados por el senador Carlos Montes y otro senador del partido, reunidos en una de sus casas le pidió a la sicóloga explorar una candidatura presidencial.
Narváez se mostró escéptica, le bajó el perfil y explicó que no observaba condiciones de ningún tipo para una aventura de esas características. En ese momento, hace 13 meses, consideraba que la dinámica de Chile era impredecible y que requería tener residencia en Chile permanente. Pero no cerró la puerta, porque se entendió que una candidatura presidencial requería nuevas conversaciones. Luego se desató la pandemia de Covid-19 y fue recién en septiembre cuando regresó a Chile, a Puerto Montt, donde reside su madre, desde donde siguió trabajando para Naciones Unidas.
No era la primera vez que Montes impulsaba a Narváez para la presidencial. El senador, que rechazó continuamente una candidatura por razones personales y políticas, en agosto de 2019 en una entrevista radial había puesto a Narváez – Máster en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown– en la carrera hacia La Moneda.
Arturo Narváez Werner, padre de la ex ministra fallecido a los 58, en 2002, tuvo una enorme influencia política en su hija. Fue un activo colaborador del Gobierno de la UP de Salvador Allende, donde se desempeñó como dirigente sindical del Banco Osorno. Hasta el golpe de Estado de 1973 fue militante del PC (su hija Paula tenía un año) y fue víctima de la prisión política y la tortura, según el informe Valech. Luego tuvo un importante papel en la ayuda a opositores del régimen que estaban en la clandestinidad. Era empresario y tenía buena situación económica hasta la crisis del 82, por lo que colaboraba desde diferentes ámbitos.
Como tenía una empresa de aviones, en alguna ocasión puso a disposición de militantes de izquierda los aeroplanos, para buscar refugio en otras latitudes. Todo esto lo hacía en silencio, por lo que Narváez se enteró de adulta, por el relato de terceros. Fue a finales de los años 80 cuando comenzó a retomar la política activa, pero esta vez desde el PS, partido por el que luego fue concejal. Siempre perteneció a la fracción de la Nueva Izquierda, integrada sobre todo por militantes del PS Almeyda, como la propia Bachelet. Paula Narváez, de hecho, conoció a Camilo Escalona a través de su padre.
En el PS se explica que la candidata tiene una matriz de la Nueva Izquierda –sigue conversando con sus principales líderes–, pero que sus vínculos trascienden la fracción partidaria: luego se hizo bacheletista y actualmente aspira a convocar a la mayor parte de la oposición.
Es una candidatura que se define como feminista, en sintonía con el movimiento social que ha sido punta de lanza de las movilizaciones (las mujeres mostraron fuerza el 8 de marzo de 2019 con una masiva marcha, en una especie de precuela del estallido de octubre). Porque Narváez ha explicado en privado que el feminismo no es un nicho, sino un proyecto de desarrollo integral, inclusivo.
En el PS –cuadrado ante su postulación, aunque a la espera de la presentación de algún candidato hasta el 28 de enero– no existe ningún consenso sobre la espontaneidad de su candidatura. Pero, efectivamente, la postulación comienza a tomar forma pública con la carta del 28 de diciembre pasado de mujeres socialistas titulada "Nunca más sin nosotras", que firmó la propia Bachelet (actualmente tiene más de 3.300 respaldos).
Narváez se ha especializado en la promoción de las mujeres en el ámbito político, por lo que ha estudiado en profundidad fenómenos regionales como la paridad, con el enfoque de la democracia paritaria. Ha investigado asuntos como los sistemas nacionales de cuidados, elemento clave en la agenda de género.
La apoyan feministas importantes del PS, como Clarisa Hardy y Carmen Andrade, pero trabaja de cerca con otras de la nueva generación, como Catalina Lagos, Carola Garrido, Karina Delfino, a las que pretende abrirle espacios para la renovación.
La relación de Narváez con Bachelet no tiene intermediarios. Como vocera fue hasta el final uno de los cuatro pilares de la segunda Administración de la socialista, junto a Ana Lya Uriarte (jefa de gabinete), Mahmud Aleuy (subsecretario del Interior) y Nicolás Eyzaguirre (ministro de Hacienda). Por lo tanto, cuando en diciembre pasado Narváez habló con Bachelet, fue en el marco de un saludo por las fiestas de fin de año. Fue entonces cuando la ex presidenta –Narváez la sigue llamando "presidenta"– le informó personalmente que había firmado la carta "Nunca más sin nosotras". Luego comentaron la importancia de la promoción de las mujeres y la realización de primarias en el PS.
El apoyo de Bachelet fue un hecho político decisivo en la carrera presidencial de la oposición. Pre candidatos de otros partidos del sector aseguran que Bachelet había informado en sus viajes a Chile que no tomaría posición mientras el mundo opositor no tuviera un candidato único, pero repentinamente cambió de planes en favor de Narváez. En la oposición explican que el 1º febrero próximo, la Unidad Constituyente va a tener a sus cuatro candidatos presidenciales instalados –que serían dos hombres y dos mujeres– y que solo quedará pendiente saber qué pasa con MEO. Todos habrán sido ministros de Bachelet, cuyo respaldo podría hacer correr a Narváez con ventaja, si despega.
Narváez sigue viviendo en Puerto Montt (en cuarentena) y está resolviendo algunos asuntos prácticos para instalarse junto a su familia nuevamente en la capital, luego de su renuncia a ONU Mujeres. Hasta ahora, por lo tanto, no tiene una estructura armada de su comando, pero varias esferas de colaboradores la ayudan a diario y en asuntos estratégicos y políticos. En lo diario, María Eugenia París –directora de programación del último Gobierno– se ha convertido en una pieza fundamental. Ayudan a Narváez otros ex colaboradores que tuvo en el Ejecutivo, como Leopoldo Pineda (que fue su jefe de gabinete y renunció en marzo de 2018, en medio de la polémica de las asesorías parlamentarias).
La fundación Horizonte Ciudadano de Bachelet ha sido una plataforma importante para la candidatura, en especial la abogada Paulina Vodanovic, presidenta del directorio. Narváez conversa habitualmente de política con la abogada Ana Lya Uriarte, militante PS y de la Nueva Izquierda, pieza central del grupo de mujeres que levantó la precandidatura. Lo mismo con la periodista Paula Walker, con la que tiene una relación amplia de amistad (estuvieron juntas en Nueva York entre los dos gobiernos, junto a Bachelet). Algunos de los colaboradores de Bachelet del segundo gobierno, como la periodista Haydee Rojas, no estarían ayudando en esta ocasión.
Al círculo de la candidata les molesta que se les vincule a dirigentes como Aleuy, que inscribió personalmente los dominios presidenciales de "paulanarvaezpresidenta.cl" y "paulanarvaezpresidenta2022.cl", como informó hace una semana DF MAS. En el pre comando dicen que, aunque valoran la experiencia de los barones y los líderes históricos, esta candidatura tiene interés en abrir espacios a los jóvenes, entre los que nombran al abogado Nicolás Facuse o al diputado Juan Santana, ambos PS.
Difícilmente aparezca otro candidato socialista a la presidencia, luego del respaldo de la ex presidenta a Narváez, pero se sabrá con certeza el día 28 de este mes. La sicóloga PS ha logrado que en su figura confluyan mundos diferentes y tener el apoyo de los dos apellidos de mayor importancia en el socialismo chileno –Allende y Bachelet–, lo que en gestos simbólicos importa mucho dentro de la colectividad.
Pero no basta con el PS, repiten como mantra en el partido, por lo que esta candidatura apuesta por aglutinar a mundos opositores, en una propuesta distinta a la Concertación y la Nueva Izquierda, desde el llamado socialismo democrático. Es un sector político que quedó en el suelo luego del amplio triunfo de Sebastián Piñera en 2017. La frase "No fueron 30 pesos, fueron 30 años" como explicación de las revueltas sociales de 2019 arrinconaron a la centroizquierda, que quedó en silencio, mientras ciertos sectores de este mundo se mostraron seducidos por el Frente Amplio, que hoy por hoy arriesga ser absorbido por el PC.
El horizonte: darle contenido y sentido a un proyecto de socialismo democrático bajo un liderazgo como el de Narváez (mujer, sub 50, bacheletista, perfil progresista, sin la pintura rayada por caídas grandes previas, y con apoyo simbólico y explícito de Ginebra).
El PS y el PPD apuestan a hacer primarias ciudadanas para elegir a su candidato único y, de esta forma, llegar unidos frente a la DC. Idealmente, la apuesta de algunos en el PS sería definir un solo postulante opositor el 5 de julio –la fecha de la primaria legal– incluyendo a Daniel Jadue del PC y a otros.
7. Las encuestas
En la última Cadem, Narváez tiene un 40% de conocimiento y solo supera en este punto a Alberto Undurraga y Jorge Tarud, entre los pre candidatos de Unidad Constituyente. En este aspecto, por lo tanto, tiene un desafío: que la ciudadanía la reconozca. Los que la respaldan explican que no se trata de una debilidad, sino de una fortaleza, dado el contexto de desprestigio de los dirigentes políticos.
Entre los encuestados que la conocen, sin embargo, tiene un 30% de aprobación y un 51% de desaprobación, una cifra que no ha gustado demasiado a su círculo, aunque confían en poder dar vuelta esta situación.
De acuerdo al sondeo Plaza Pública-Cadem, de enero de 2018, justo antes de dejar el gobierno, Narváez era la sexta mejor valorada del gabinete, después de Heraldo Muñoz, Claudia Pascual, Nicolás Eyzaguirre, Adriana Delpiano y José Antonio Gómez.
El clivaje cercanía-distancia de Bachelet será un asunto difícil de administrar para la candidatura de Narváez, que siempre ha defendido el legado del segundo gobierno. Pero no resulta evidente si esa Administración queda fuera de la rabia y distancia ciudadana contra la clase política –"No fueron 30 pesos, fueron 30 años"– y la fuerza actual de lo que se denomina como bacheletismo, que la senadora Rincón puso en duda. La periodista Paula Walker, amiga de Narváez, hace unos días abordó el asunto en una columna titulada "Yo soy yo misma", en referencia a los que sospechan que otros manejan los hilos de la candidata y que viene a reeditar proyectos antiguos.