Atención: el predictor de recesión está ad portas de dispararse por primera vez desde 2007
La diferencia entre las tasas largas y cortas están en su nivel más bajo en 11 años, lo que tradicionalmente anticipa una contracción. Eso sí, desde el mercado dicen que ésta podría ser la excepción.
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Un popular augurio de una posible recesión en el mediano plazo está a la vuelta de la esquina. Sin embargo, desde el mercado ponen paños fríos y dicen que no se ven señales de una contracción del crecimiento en EEUU en el horizonte.
El estado de la curva de rendimientos del bono del Tesoro de EEUU ha atraído la atención –y la preocupación– de los inversionistas desde que los papeles cortos empezaron a levantarse más rápido que los largos, ante la percepción de una Reserva Federal más agresiva. Esto dado que en las últimas décadas, las inversiones de la curva –es decir, cuando las tasas cortas son más altas que las largas– han sido seguidas por una recesión económica en EEUU uno o dos años después.
La lógica es que si las tasas de largo plazo están más bajas que las de corto plazo, es porque se espera que la Fed tenga que bajar las tasas para socorrer a una economía en apuros.
Ahora, la curva está más plana que en la última década, con el diferencial entre el rendimiento del bono a 10 años y el de dos años a sólo 30 puntos base, cerca de su menor nivel desde 2007, año en que la curva se invirtió. Año en que, además, se desató la crisis financiera (ver gráfico).
Esta podría ser la excepción
Desde el mercado, eso sí, llaman a la calma.
En BlackRock, por ejemplo, el director de estrategia de inversiones para América Latina e Iberia, Axel Christensen, sospecha que la fuerza que ha estado aplanando la curva está más relacionada con flujos de capital que con expectativas de tasas en sí mismas.
Para el ejecutivo de la mayor administradora de fondos del mundo, las tasas a 10 años están transando en torno al 2,9% cuando deberían estar entre 3% y 3,5%. ¿Por qué? “Las tasas largas siguen estando afectadas por los estímulos de los bancos centrales. No tanto en EEUU, pero sí en Europa y Japón, donde los bancos centrales siguen comprando muchos instrumentos”, dice, agregando que esto “empuja” a los inversionistas a la deuda soberana estadounidense en busca de mejor rentabilidad que los papeles locales y presionando a que las tasas no suban.
“Tiene su mérito” ver cuándo podría invertirse la curva como indicador de recesión, pero “esta vez no tiene tanta validez”, comenta Christensen.
El gerente de renta fija internacional de MCC, Diego Torres, concuerda con el diagnóstico, agregando que una curva de rendimientos invertida puede “convivir” con el crecimiento económico. “No es un indicador que te dice que desde el momento que se invierte, se verá una recesión en seis meses más o un año más”, destaca.
En esa línea, en la firma perteneciente a Itaú no tiene en su escenario una depresión económica en EEUU, por lo menos en los próximos 18 meses.
Y esa parece ser la fecha clave entre agentes del mercado, ya que hay quienes esperan que sea a finales del próximo año cuando las probabilidades de una contracción en el producto de la primera economía del mundo aumenten.
Ese es el caso del estratega de tasas de EEUU de TD Securities, Gennadiy Goldberg, que ve que la mayoría del aplanamiento de la curva viene de las expectativas ligadas a la Fed, donde el mercado prevé entre una y dos subidas de tasas de interés para este año y entre una y dos alzas para 2019. Después, se fortalece la idea de que los tipos de referencia podrían ser recortados.
En esa línea Goldberg prevé que la curva se aplanará por completo –es decir, el diferencial de tasas largas y cortas llegará a cero– hacia finales del próximo año.
Pero ¿significa eso que los próximos años podrían ver una recesión en EEUU? “No prevemos una por el momento, pero creo que las probabilidades de una recesión van a subir en 2019 o a principios de 2020”, dice el estratega de TD Securities desde Nueva York.